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viernes, 20 de abril de 2012

YPF - Su Historia

Por Carlos Andrés Ortíz
  
Fue la primera petrolera estatal del mundo, y el espejo en el que se miraron todas las petroleras estatales que fueron creándose, como herramientas para que los Estados Nacionales dominaran y regularan sus respectivos mercados energéticos internos, que hasta ese entonces (1922) habían sido manejados a discreción por las petroleras anglosajonas.
Al término de la Primera Presidencia de Yrigoyen, se tomó la trascendental decisión de crear la petrolera estatal, que pasó a tener primerísima importancia desde lo puramente energético, pero también en lo económico y sobre todo en lo estratégico
Desde su creación, hasta el golpe de Estado de 1930, YPF fue dirigida por los Generales Ingenieros Enrique Mosconi y Alonso Baldrich.
 Precisamente su creación fue motivada por la soberbia de las petroleras anglosajonas que hasta entonces manejaban a discreción el mercado interno argentino, las cuales –entre otras actitudes similares- se negaron a suministrar el carburante que necesitaba la joven Fuerza Aérea Argentina, por entonces dependiente del Ejército Argentino.
Fue entonces cuando Mosconi y Baldrich comprendieron que las necesidades de la Defensa Nacional no podían –ni debían- estar supeditadas a la buena o mala voluntad de empresas privadas –una británica y otra norteamericana-, las cuales además manejaban los precios y el abastecimiento a su entera voluntad, incluso frenando el desarrollo petrolero argentino.
Ya antes, en 1907, se descubrió el primer gran yacimiento petrolífero argentino, cerca de Comodoro Rivadavia. Hasta ese entonces se repetía como letanía permanente, que “Argentina no tiene petróleo”, para hacernos seguir dependientes de las importaciones de carbón británico y petróleo manejados por Standard Oil (Esso) y Shell…”ninguneándose” que ya a fines del siglo pasado pequeñas empresas criollas explotaban en pequeña escala el petróleo en el norte argentino.
En los ocho muy activos años de las gestión de Mosconi – Baldrich, YPF pasó de la nada, a ser la primera petrolera argentina, con capacidad de regular precios, y fijándolos en función de los costos argentinos, por entonces mucho menores a los del Medio Oriente, que eran los predominantes en el mercado petrolero transnacional. Es decir que YPF impidió que las petroleras anglosajonas tuvieran descomunales sobre -  utilidades, tal como estaban acostumbradas con el anterior mercado oligopólico y cautivo.
El golpe de Estado de 1930, rápidamente impuso “el orden” liberal, persiguiendo encarnizadamente a Mosconi y Baldrich, básicamente por el “delito” de haber sido honestos y patriotas, dejó que los precios internos de los combustibles se fijaran según parámetros transnacionales –mucho más caros- y achicó el papel de la petrolera estatal, reestableciendo el predominio de las petroleras anglosajonas. Pero no pudo disolver o “privatizar” a YPF, perverso objetivo largamente perseguido por los sectores más reaccionarios de la política local, siempre jugando a ser subordinados a las potencias de turno.
Desde 1943 a 1955 YPF recobró su rol rector, pero su reequipamiento estuvo permanentemente obstaculizado por las potencias vencedoras en la 2da. Guerra Mundial, “pasándonos factura” por la neutralidad argentina (no suministramos “carne de cañón” a unos ni a otros). Resulta claro que la neutralidad argentina fue funcional a Gran Bretaña, que pudo seguir recibiendo carne y trigo argentinos, transportados en nuestros buques, con bandera neutral, en cuyo carácter no eran atacados por los submarinos alemanes…pero esa es otra historia. 
Los largos 18 años de proscripción política entre 1955 y 1973, además de varias medidas crudamente liberales (antinacionales por definición), tuvieron los aditamentos de los contratos petroleros del frondizismo, con los cuales se alcanzó efímeramente el autoabastecimiento petrolero; contratos duramente criticados por el radicalismo que los anuló…sin otra alternativa de reemplazo. Cabe señalar que esos contratos ponían todo el crudo extraído por las petroleras concesionarias, a plena disposición de YPF.
Experimentó nuevos impulsos expansivos en el breve tercer gobierno peronista, de 1973 a 1976; y a partir del gobierno “marzista” del “proceso”, comenzaron las acciones de destrucción sistemática de la gran petrolera estatal argentina.

La estrategia de desgobierno sistemático de las Empresas Estatales implementada por Martínez de Hoz y sus “Chicago’s Boys”, fue rebuscadamente perversa, y eficaz para lograr sus corrosivos objetivos: frenar, descapitalizar, desprestigiar y sembrar el caos en todas ellas, con fuerte énfasis puesto sobre la principal Empresa Estatal: YPF.

A partir del “proceso” y sus continuadores en lo económico, en la larga noche del cuarto de siglo neoliberal, la petrolera estatal, fue puesta bajo el mando de privatistas a ultranza (interesados en su desguace sistemático), y en muchos casos la Presidencia y el Directorio de YPF estuvieron manejados por personeros de las petroleras extranjeras. ¡Fue como poner al zorro a cuidar el gallinero!
El tremendo endeudamiento con el que se ató a todas las Empresas Estatales, fue de una contundencia y perversión notables, mecanismo que en aquellos oscuros años se mantuvo casi en secreto, además que ante cualquier asomo de protesta se colgaba el peligroso sambenito de supuestos “subversivos” a quienes se opusieran a las tropelías privatistas y destructivas de los neoliberales enquistados en el poder.
En ese contexto violento, Martínez de Hoz –con el pleno aval de la Junta de Comandantes- obligó a las Empresas del Estado a endeudarse irracional e innecesariamente, y los cuantiosos fondos de los créditos internacionales que abultaron los pasivos de YPF y las demás Empresas Estatales, eran automáticamente girados al Ministerio de Hacienda, para enjugar los descomunales y crecientes déficits presupuestarios, que la cruda ortodoxia (neoliberalismo salvaje) no hacía más que incrementar. 
De esa forma YPF (y todas las Empresas Estatales) se quedaban con ruinosas deudas que no les correspondían, y sin los fondos correspondientes.  

Además, tanto a YPF como a Gas del Estado y SEGBA y otras empresas eléctricas, se las obligó a mantener precios o tarifas intencionalmente deficitarias. Con eso Martínez de Hoz y sus continuadores, lograban bajar en algo –y muy artificialmente- la enorme inflación, y a la vez acentuaban las crisis financieras de las Estatales.
En poco tiempo, toda esa batería de perversiones rindió sus efectos, e YPF (y las demás Estatales) pasaron a ser fuertemente deficitarias. Un cuidadoso análisis de sus balances contables de esos años revela que los resultados operativos de YPF (y de otras Estatales) reflejaban ganancias, pero el enorme peso de sus pasivos financieros, revertía el cuadro de situación provocando graves pérdidas.
Por supuesto que los mercenarios de la comunicación, los economistas “prestigiosos” (del establishment), y otros opinólogos, se cuidaban muy bien de hacer saber esos “molestos detalles”. Preferían centrar sus dardos en atacar la supuesta “ineficiencia del Estado” que ellos mismos habían provocado…

El muy condicionado período del alfonsinato –jaqueado por el establishment ultra liberal, por algunos militares procesistas, y por sus propias contradicciones- agravó el cuadro de situación de las Empresas Estatales. El contexto internacional con las presiones de la “revolución conservadora” de Reagan – Tatcher, agravó el ya endeble cuadro de situación económica de Argentina. El caos estaba instalado.

El arribo del menemato, con el ultra liberalismo impuesto de la mano de los Alsogaray, dejó libre el camino para que Dromi pudiera imponer la política de las denominadas “privatizaciones salvajes”, concesionando o vendiendo –según cada caso- a precios irrisorios las Empresas  Estatales, desguazando al Estado, y dejando al país sin las formidables herramientas estratégicas que había tenido para operar en sectores de gran importancia geopolítica, social y económica.

Estaban dadas las condiciones para que un puñado de empresas –entre ellas Repsol- se dedicaran a “ordeñar” apresuradamente nuestras importantes reservas de petróleo y gas –conseguidas tras décadas de costosas exploraciones-, con lo cual se llegó a límites cercanos al agotamiento total de esas reservas. Además la falta de inversiones en nuevas exploraciones, nuevas refinerías, etc., condujo a los cuellos de botella que hoy operan como factores negativos muy críticos que condicionan nuestro desarrollo.

Sin duda la reestatización de YPF debió hacerse mucho antes, y no es la única materia pendiente. Claro está que si temas “menores” como terminar con el negativo, caro e ineficiente (para los aportantes) sistema de “jubilaciones privadas” de las AFJP, la tan meneada Resolución 125, el pago de deudas sin nuevos créditos, y el necesario cambio de la carta orgánica del BCRA, provocaron tan virulentas reacciones del establishment…¿que hubiera sucedido de haberse intentado recuperar YPF en un marco de mayor vulnerabilidad económica o institucional?

Es hora que Argentina recupere su petrolera estatal, tal como la tiene la mayoría de las naciones del mundo, y casi toda América del Sur. Las cuantiosas rentas petroleras deben apuntalar nuestro desarrollo, en vez de seguir volcándose fuera de nuestras fronteras. 

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