Seleccion de Patriotas

martes, 17 de junio de 2014

Manuel Belgrano

Por Salvador Ferla

BELGRANO

El día de la muerte de San Martín es el día de la muerte de San Martín, no "el día de la cordillera". El día de la muerte de belgrano es el día de la bandera. El acto de independencia cumplido por Belgrano en las barrancas del Paraná es, quizás -no estoy seguro- su momento más glorioso. Pero sucede que la bandera lo tapa, esconde su rica personalidad así como la vigorosa personalidad de Domingo French está oculta tras una decoración de escarapelas y cintitas.

  Creación de la Bandera Argentina a orillas del Paraná (no es fiel, hay mucho de "Billiken" en esto).

Belgrano es un tipo de mala suerte histórica. En Vilcapugio y Ayohuma perdió su chance de "héroe militar". Y en Buenos Aires, el Buenos Aires de las intrigas y los misterios políticos, cedió su puesto de primera figura en beneficio del doctor Moreno, indiscutiblemente inferior a él. Su defensa del norte argentino, del que llegó a ser un verdadero experto, su decisión de no retroceder más abajo de Tucumán; su limpia y ardiente pasión política valen más que la bandera, pues se trata de realidades. No obstante no es el "numen" de mayo, y si no se le ocurre crear la bandera estaría al nível de Ortiz de Ocampo o de Rondeau, lo cual sería absurdo.
Abogado, economista, funcionario público, periodista y militar. Como militar fue, a pesar de sus derrotas, el mejor de todos los que actuaron en su tiempo excepto San Martín. Y en nadie se encarna la revolución porteña con más amplitud y autenticidad. Con república con monarquía, con la Carlota o con un rebuscado Inca, Belgrano piensa en la independencia argentina y trabaja por ella. Se siente dueño y responsable de la revolución. Por eso no va al norte simplemente a ganar batallas sino a cumplir un plan político, a remediar los efectos desastrosos del morenismo aplicado por su primo Castelli...

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.

En el seno de la Junta adhirió a las ideas terroristas de Moreno. Pero Belgrano, este desconcertante Belgrano de la voz afeminada y unas agallas enormes, tenía entre sus muchas virtudes, la de una gran capacidad de aprendizaje. Cuando sale a campaña al frente de su ejército, al Paraguay primero, al Alto Perú después, el señorito porteño del círculo de los ilustrados va conociendo el país, comprendiéndolo y amándolo.

El "señorito porteño" Manuel Belgrano.

Pero no fue un líder nacional, requisito "sine qua non" del "padre de la patria". Necesitaba más ambición y menos subordinación a la élite de la que provenía. Le faltaba la simpatía y el dinamismo de Dorrego para convertir sus nobles ideales humanistas en una auténtica y sentida relación con el pueblo. No tuvo tiempo de eliminar totalmente el prejuicio ideológico que señalaba a España y al Interior como zonas de barbarie. En definitiva, siendo el único astro surgido de la revolución porteña, al igual que Liniers y Saavedra no se animó a cruzar "el Rubicón". Y en vez de bajar a Buenos Aires a tomar un poder mostrenco, vio impotente y angustiado cómo su ejército se desintegraba. Le faltó voluntad de convertirse en caudillo ancional, quizás por ese prejuicio adverso respecto de los caudillos, común en su círculo; y se malogró al fin en sus posibilidades de "padre de la patria", de supremo hacedor político-militar del país naciente. Nuevamente el Río de la Plata se quedó sin caudillo; y Atanasio Duarte, el oficial de Patricios que brindara por "Saavedra emperador", siguió desde el destierro brindando en vano por un caudillo nacional, que era lo que en realidad quería.

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