Seleccion de Patriotas

martes, 17 de junio de 2014

Combate de San Lorenzo

por Luis Maggi

      El Combate de San Lorenzo tuvo lugar el 3 de febrero de 1813, en la localidad homónima de la provincia de Santa Fe (Argentina), entre las fuerzas independentistas argentinas y las colonialistas españolas (realistas).
     La ciudad de Montevideo declarada por España capital provisional del Virreinato del Río de la Plata, era la principal base naval española en el Atlántico Sur; por tierra estaba sitiada por el ejército de José Rondeau, al que luego se sumaría José Gervasio Artigas. Los españoles tenían  la salida al mar y al Río de la Plata para abastecerse. Una escuadrilla realista salía de Montevideo en dirección al Paraná, y sus hombres merodeaban las costas robando los ganados.
       Una expedición compuesta de once embarcaciones, que había salido de Montevideo a fines de 1812, con el propósito indicado, fue seguida paralelamente por tierra por el coronel de caballería José de San Martín, al frente de 125 hombres de su Regimiento de Granaderos a Caballo, recientemente creado.
      Las fuerzas de San Martín se adelantaron, deteniéndose cerca de la posta de San Lorenzo, situada 26 kms al norte del Rosario. En ese lugar estaba el convento de San Carlos, donde — tras negociar la situación con el superior de los frailes franciscanos del convento, Fray Pedro García — San Martín ocultó a sus granaderos, de modo que la escuadrilla realista no pudo observarlos.
       Los españoles desembarcaron, subieron las barrancas y avanzaron hacia el convento, suponiendo que allí estaban depositados los principales bienes de la zona. Para sorpresa de los realistas, mientras aún estaba desembarcando y organizando la defensa en tierra,  fueron atacados por los granaderos a caballo sable en mano. Las tropas argentinas  realizaron un movimiento de pinzas que salían de la parte trasera del convento, la izquierda y la primera en moverse estaba encabezada por José de San Martín; la derecha, estaba encabezada por el Capitán Bermúdez.
        El desembarco no se produjo enfrente del convento, como había previsto San Martín, sino en dirección al centro de la actual ciudad. La columna de San Martín llegó antes que la de Bermúdez pudiera completar el movimiento. Por un momento, los españoles lograron defenderse: una bala hirió al caballo de San Martín, que rodó y apretó una de las piernas del coronel, inmovilizándolo. Un enemigo iba a clavarle la bayoneta, pero en el preciso instante se interpuso el Sargento Juan Bautista Cabral, quien salvó a San Martín de la muerte en combate.
       La llegada del grupo de Bermúdez, completó la victoria de San Martín, impidió que los realistas se reorganizaran  los obligó a huir apresuradamente. Algunos se arrojaron al río desde la barranca y perecieron ahogados. El combate duró 15 minutos aproximadamente. 
       El histórico combate constituyó el bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballo y el único que desarrolló este regimiento en territorio argentino.
       El triunfo de las tropas criollas en esta batalla, tuvo consecuencias estratégicas determinantes, puesto que no hubo más campañas de los realistas de Montevideo hacia el Río Paraná, y aquella ciudad sitiada comenzó con los problemas de abastecimiento, lo que produjo su caída en manos de las tropas de Buenos Aires.
       San Martín al grito de: “Viva la Patria y ataque”, con su cabalgadura y sable en mano, se expuso al fuego enemigo a tal punto que en el combate casi perdió la vida. Este hecho, muestra que en esa época muchos de los oficiales principales encabezaban los combates para dar el ejemplo a sus subordinados; el otro motivo fue disipar las sospechas sobre la fidelidad de San Martín a su Patria, por su formación militar en España,  por acento peninsular, algunos sospechaban que fuera un agente realista. 
       Parte de notificación del combate 
      El Parte, o Carta del combate de San Lorenzo, suscripto por el coronel José de San Martín al superior gobierno decía:
"Exmo Señor. Tengo el honor de decir a V. E. que en el día 3 de febrero los Granaderos de mi mando en su primer ensayo han agregado un nuevo triunfo á las armas de la Patria. Los enemigos en número de 250 hombres desembarcaron a las 5 y media de la mañana en el puerto de San Lorenzo, y se dirigieron sin oposición al Convento San Carlos conforme al plan que tenían meditado en dos divisiones de a 60 hombres cada una, los ataques por derecha e izquierda, hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los buques, pero no capaz de contener el intrépido arrojo con que los granaderos cargaron sobre ellos sable en mano: al punto se replegaron en fuga a las bajadas y barrancas, dejando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos, 12 heridos sin incluir los que se desplomaron, y llevaron consigo, que por los regueros de sangre, que se ven en las barrancas considero mayor número. Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas, y una bandera que pongo en manos de V. E. y la arrancó con la vida al abanderado el valiente oficial D. Hipolito Bouchard. De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos, y los demás heridos, de este número son: el capitán D. Justo Bermúdez, y el teniente Manuel Díaz Velez, que avanzándose con energía hasta el borde de la barranca cayó este recomendable oficial en manos del enemigo.
      El valor e intrepidez que han manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la Patria, y atenciones de V. E.; cuento entre estos al esforzado y benemérito párroco Dr. Julián Navarro, que se presentó con valor animando con su voz, y suministrando los auxilios espirituales en el campo de batalla: igualmente lo han contraído los oficiales voluntarios D. Vicente Mármol, y D. Julián Corvera, que á la par de los míos permanecieron con denuedo en todos los peligros. Seguramente el valor e intrepidez de mis granaderos hubieran terminado en este día de un solo golpe las invasiones de los enemigos en las costas del Paraná, si la proximidad de las bajadas no hubiera protegido su fuga, pero me arrojo a pronosticar sin temor que este escarmiento será un principio para que los enemigos no vuelvan a inquietar a estos pacíficos moradores.
Dios guarde a V. E. muchos años. San Lorenzo febrero 3 de 1813. Coronel José de San Martín". 
       Varios nombres y lugares, evocan este combate: 1º. El Monasterio de San Carlos, frente al campo de combate en la localidad de San Lorenzo, Provincia de Santa Fe. 2º. La  localidad del Gran  Rosario: Puerto General San Martín por el victorioso General Libertador jefe de aquella Batalla.3º. La localidad de Fray Luis Beltrán, por el  fraile del monasterio, que auxilió a los heridos del combate y luego fue uno de los jefes de arsenales y logística de las campañas sanmartinianas. 4º. La localidad de Capitán Bermúdez por un capitán del Regimiento de Granaderos. 5º. La localidad de Granadero Baigorria por un soldado de Granaderos. 6º.La localidad de Sargento Cabral, 60 kms. al Sur Oeste de Rosario,  por el soldado correntino que ofrendó su vida  y salvó la de San Martín. 7º. Una calle de Rosario se llama Bajada Sargento Cabral, cercana al Monumento a la Bandera, por el sargento Juan Bautista Cabral. 8º. La amplia  Avenida San Martín, atraviesa la Ciudad de Rosario de Norte a Sur hasta el Arroyo Saladillo..
        El Convento de San Carlos Borromeo, que puede visitarse,  conserva los restos mortales de los combatientes muertos en una urna. Funciona un Museo Histórico sobre el combate, con la celda ocupada por el General San Martín. En el exterior y frente a él, está el Monumento conmemorativo del combate, y el Campo de la Gloria[. ]Detrás del Convento, vive aún un viejo pino, bajo el cual San Martín redactó el parte de guerra referente al combate al Combate de San Lorenzo librado el 3 de Febrero de 1813. 
Las  Bajas patriotas.
GRANADERO
PADRES
EST.
ORIGEN
Juan Bautista Cabral
Francisco y Carmen Robledo
soltero
Saladas (Ctes.)
Feliciano Sylvas
Francisco Antonio y Florencia Navarro
Soltero
Corrientes
Ramón Saavedra
José Lorenzo y María Juana Díaz
casado
Stgo. del Estero
Blas Vargas
Martín y María de los Santos
soltero
La Rioja
Domingo Soriano Gurel
Juan Gil y Justa Herrera
soltero
Ciudad de la Rioja
José Márquez
Agustín y Juana Méndez
soltero
Córdoba
José Manuel Díaz
Juan Antonio y María Barroso
soltero
Tulumba (Cba.)
Juan Mateo Gelvez
Luís y Francisca Viezma
soltero
Cañada de Escobar (Bs. As.)
Juanario Luna
Crespín y Mónica Mayo
soltero
Renca de la Pta. De San Luís
Basilio Bustos
Granadero Lorenzo y Luisa Rodríguez
soltero
Renca de la Pta. De San Luís
José Gregorio Franco Fredes
Eduardo Franco y María L. Fredes
soltero
Partido de Renca de San Luís
Cabo Ramón Amador
Ramón y Francisco Sosa y Cabral
soltero
Montevideo (Uruguay)
Capitán Justo G. Bermúdez

casado
Montevideo (Uruguay)
Fallecido 14-2-1813
Julián Alzogaray
Vicente y Josefa Coria
soltero
Quillota  (Chile)
Sargento Domingo Porteau
Bernardo y Catalina Geseau
soltero
Saint Gaudens (Francia)
Teniente Manuel Díaz Vélez

casado
Buenos Aires. Fallecido y sepultado en Buenos Aires
         Cuarenta fueron las bajas producidas entre las tropas realistas, en tanto que las filas patriotas tuvieron catorce y fueron: Juanario Luna, José Gregorio y Basilio Bustos, de San Luis. Juan Bautista Cabral y Feliciano Silva, de Corrientes. Ramón Saavedra y Blas Vargas, de Santiago del Estero. Ramón Amador y Domingo Soriano, de La Rioja. José Márquez y José Manuel Díaz, de Córdoba. José Mateo Jelvez, de Buenos Aires. Domingo Pourteu, de los Pirineos en España. Julián Alzogaray, de Chile
        El Capitán Justo Germán Bermúdez, nacido en Montevideo,  falleció14 días después, en una sala del Convento de San Lorenzo, a consecuencia de las heridas recibidas en combate.
       
                La Marcha de San Lorenzo.- Letra: Carlos Javier Benielli; música:  Cayetano Alberto Silva
Febo asoma; ya sus rayos
iluminan el histórico convento;
tras los muros, sordos ruidos
oír se dejan de corceles y de acero.
Son las huestes que prepara
San Martín para luchar en San Lorenzo;
el clarín estridente sonó
y a la voz del gran jefe
a la carga ordenó.
Avanza el enemigo
a paso redoblado,
al viento desplegado
su rojo pabellón (bis).
Y nuestros granaderos,
aliados de la gloria,
inscriben en la historia
su página mejor (bis).
Cabral, soldado heroico,
cubriéndose de gloria,
cual precio a la victoria,
su vida rinde, haciéndose inmortal.
Y allí salvó su arrojo,
la libertad naciente
de medio continente.
¡Honor, honor al gran Cabral! (bis)

Manuel Belgrano

Por Salvador Ferla

BELGRANO

El día de la muerte de San Martín es el día de la muerte de San Martín, no "el día de la cordillera". El día de la muerte de belgrano es el día de la bandera. El acto de independencia cumplido por Belgrano en las barrancas del Paraná es, quizás -no estoy seguro- su momento más glorioso. Pero sucede que la bandera lo tapa, esconde su rica personalidad así como la vigorosa personalidad de Domingo French está oculta tras una decoración de escarapelas y cintitas.

  Creación de la Bandera Argentina a orillas del Paraná (no es fiel, hay mucho de "Billiken" en esto).

Belgrano es un tipo de mala suerte histórica. En Vilcapugio y Ayohuma perdió su chance de "héroe militar". Y en Buenos Aires, el Buenos Aires de las intrigas y los misterios políticos, cedió su puesto de primera figura en beneficio del doctor Moreno, indiscutiblemente inferior a él. Su defensa del norte argentino, del que llegó a ser un verdadero experto, su decisión de no retroceder más abajo de Tucumán; su limpia y ardiente pasión política valen más que la bandera, pues se trata de realidades. No obstante no es el "numen" de mayo, y si no se le ocurre crear la bandera estaría al nível de Ortiz de Ocampo o de Rondeau, lo cual sería absurdo.
Abogado, economista, funcionario público, periodista y militar. Como militar fue, a pesar de sus derrotas, el mejor de todos los que actuaron en su tiempo excepto San Martín. Y en nadie se encarna la revolución porteña con más amplitud y autenticidad. Con república con monarquía, con la Carlota o con un rebuscado Inca, Belgrano piensa en la independencia argentina y trabaja por ella. Se siente dueño y responsable de la revolución. Por eso no va al norte simplemente a ganar batallas sino a cumplir un plan político, a remediar los efectos desastrosos del morenismo aplicado por su primo Castelli...

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.

En el seno de la Junta adhirió a las ideas terroristas de Moreno. Pero Belgrano, este desconcertante Belgrano de la voz afeminada y unas agallas enormes, tenía entre sus muchas virtudes, la de una gran capacidad de aprendizaje. Cuando sale a campaña al frente de su ejército, al Paraguay primero, al Alto Perú después, el señorito porteño del círculo de los ilustrados va conociendo el país, comprendiéndolo y amándolo.

El "señorito porteño" Manuel Belgrano.

Pero no fue un líder nacional, requisito "sine qua non" del "padre de la patria". Necesitaba más ambición y menos subordinación a la élite de la que provenía. Le faltaba la simpatía y el dinamismo de Dorrego para convertir sus nobles ideales humanistas en una auténtica y sentida relación con el pueblo. No tuvo tiempo de eliminar totalmente el prejuicio ideológico que señalaba a España y al Interior como zonas de barbarie. En definitiva, siendo el único astro surgido de la revolución porteña, al igual que Liniers y Saavedra no se animó a cruzar "el Rubicón". Y en vez de bajar a Buenos Aires a tomar un poder mostrenco, vio impotente y angustiado cómo su ejército se desintegraba. Le faltó voluntad de convertirse en caudillo ancional, quizás por ese prejuicio adverso respecto de los caudillos, común en su círculo; y se malogró al fin en sus posibilidades de "padre de la patria", de supremo hacedor político-militar del país naciente. Nuevamente el Río de la Plata se quedó sin caudillo; y Atanasio Duarte, el oficial de Patricios que brindara por "Saavedra emperador", siguió desde el destierro brindando en vano por un caudillo nacional, que era lo que en realidad quería.