Seleccion de Patriotas

lunes, 19 de diciembre de 2011

La discusión Histórica es siempre sobre el Presente

 
Por Hugo Presman
 
En nuestro país hay una historia oficial escrita por los triunfadores de la guerra civil del siglo XIX. Miles y miles de estudiantes aprendieron esa versión en los libros de Alfredo Bartolomé Grosso, de Astolfi, de Ibañez, de Romero.
Eran los divulgadores de la historia escrita por Bartolomé Mitre, que en su versión infantil la contaba e ilustraba la revista Billiken.
Eran, usando un lenguaje  actual,  los dueños del relato.
Los que convalidaban los argumentos y las razones de una Argentina agropecuaria inserta en el concierto mundial como proveedora primaria de la Inglaterra industrial que suministraba los productos industriales que necesitábamos.
Era la historia escrita por los vencedores que se asumían como la civilización que había derrotado a la barbarie representada en los caudillos provinciales.
Bajo esas denominaciones ostentosas y falsas se ocultaba lo esencial: los
triunfadores eran los comerciantes importadores del puerto de Buenos Aires y los hacendados de la provincia. Mitre colocó de un mismo lado a adversarios irreconciliables como Rivadavia y San Martín.
El fundador de "La Nación" representaba los mismos intereses  portuarios que aquel al que calificó generosamente como " el más grande hombre civil en la tierra de los argentinos": es decir Bernardino Rivadavia.
La visión de ambos era pequeña y estrecha.  Era la de un país pequeño prolongación colonial de Europa.  Despreciaban a las provincias y carecían de la idea continental de San Martín, Artigas, Monteagudo, Moreno, Felipe Varela o Bolívar. Mitre en representación de los comerciantes del Puerto de Montevideo y Buenos Aires y en alianza con la nobleza portuguesa asentada en el Brasil, subordinada a Inglaterra, consumaron uno de los genocidios más notables del siglo XIX, arrasando el Paraguay, el estado más desarrollado de entonces, que lo había logrado con un férreo proteccionismo alejado a las banderas librecambistas portuarias y mitristas.
Juan Bautista Alberdi, el más notable analista de la segunda mitad del siglo XIX, cuya crítica al general que comandó las tropas en la guerra de la Triple Infamia , es una de las más certeras y lapidarias.
El notable tucumano reflexionaba sobre historia, actualidad y política escribiendo: "Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha que juzgar el pasado no es otra cosa que ocuparse del presente. Si así no fuere, la historia no tendría interés ni objeto. Falsificad el sentido de la historia y pervertís por el hecho toda la política. La falsa historia es origen de la falsa política"
La creación de un Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego ha alborotado a los sostenedores y
beneficiarios de la historia oficial.
Los neomitristas académicos, Mirta Zaida Lobato, Hilda Sábato y Juan Suriano que se cobijan bajo la figura de Tulio Halperín Donghi, que calificó al peronismo con la poca académica denominación de mamarracho, emitieron un comunicado en el que afirman: "El decreto pone al desnudo un absoluto desconocimiento y una desvalorización prejuiciosa de la amplia producción historiográfica que se realiza en el marco de las instituciones científicas del país - universidades y organismos dependientes del Conicet, entre otras- siguiendo las pautas que impone esa disciplina científica pero a su vez respondiendo a perspectivas teóricas y metodológicas diversas"
Beatriz Sarlo, desde las páginas de La Nación, donde es columnista destacada escribió bajo el título de "Puede ser arcaico, o puede ser peligroso": ". El Instituto de Doctrina podría convertirse en un rincón arcaico y polvoriento. Pero también podría ser un centro que  irradie su "historia" a la escuela. Allí se convertiría en algo más peligroso."
En cualquier nivel de enseñanza, se deben abrir el juego a todas las interpretaciones históricas.   Es llamativo que a la republicana escritora no le resulte arcaico y peligroso que los alumnos sólo accedan a la versión oficial, esa que configuró el fundador del diario al que defiende en forma solapada. Luis Alberto Romero, el hijo José Luis Romero,  rector interventor de la Universidad de Buenos Aires de la Revolución Fusiladora expresó: " El Estado asume como doctrina oficial la versión revisionista del pasado. Descalifica a los historiadores formados en sus universidades y encomienda el esclarecimiento de "la verdad histórica" a un grupo de personas carentes de calificaciones. El Instituto debe inculcar esa "verdad" con métodos que recuerdan las prácticas totalitarias. Palabras, quizás, pero luego vienen los hechos".
Fabián Bosoer desde Clarín, bajo el título "Sintonía fina en la historia"escribió: "La presidenta explicó días atrás, en su discurso en la UIA, la diferencia entre Argentina y los EE.UU: "Nosotros perdimos en Caseros; ellos ganaron la Guerra de Secesión, y por eso fueron la potencia industrial más fuerte del mundo".
  Bosoer le contesta: "Acaso la diferencia principal no sea que allí ganaron los que aquí perdieron sino que allí la guerra civil terminó en el siglo XIX, mientras  aquí continúo de distintas formas a lo largo de nuestra historia; hoy reactualizado bajo la forma de "batalla de los relatos".
  El periodista de Clarín parece ignorar que el modelo triunfante a partir de
la batalla de Pavón (1861), combate inexistente que Mitre ganó porque Urquiza se retiró sin luchar, y que dio inicio a una cacería en las provincias norteñas por los coroneles del traductor de la Divina Comedia.
  Esos dos modelos en pugna, en un equilibrio inestable, tienen historias diferentes y referentes antagónicos.
  Cuando fue derrocado el peronismo en 1955, los triunfadores reivindicaron la línea Mayo-Caseros, identificando a Perón con Rosas  y la denominaron "la segunda tiranía".
  La misma línea levantaron en forma implícita los golpes de 1966 y 1976, todos ellos apoyados por el diario La Nación, el guardaespaldas que dejó Bartolomé Mitre y desde donde diferentes escribas e historiadores dan clases de republicanismo y de ética histórica. 
También será resistencia hacer y hacerse preguntas incómodas: ¿por qué a Jauretche, a Scalabrini Ortiz, a Abelardo Ramos prácticamente no se estudia en las universidades nacionales?
  ¿Por qué personajes tan cuestionables, tan funcionales  a la dominación imperial económica, política y cultural se los exalta hasta el procerato y a alguno hasta se le honra  con la avenida más larga del mundo?
  ¿O será justamente por eso que se los exalta?
  Convencernos que abjurar de nuestro nacionalismo o confundiéndolo con chauvinismo, fascismo, es hacerle el campo orégano a los nacionalismos codiciosos de los imperios...
  Es positiva la creación del Instituto, más allá de las debilidades políticase históricas de su presidente.
  La reacción de los beneficiarios de la historia oficial es lógica y reafirma la posición habitual de esos sectores que sólo son democráticos en la medida que sólo ellos puedan expresarse.
  No se está discutiendo sólo el pasado, sino fundamentalmente el presente.
  Ese que le produce escozor al republicano periodista Nelson Castro, o pone
histérico al propagandista  primariamente liberal Marcelo Longobardi.
Es preciso tener siempre presente aquel proverbio africano: "Hasta que los
leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacerías seguirán
glorificando al cazador"
  Hace muchos años, el escritor británico George Orwell, aquél de "Rebelión
en la Granja" y "1984" describía lo que aquí se ha intentado de explicar en
una frase  de notable precisión: "Quien controla el pasado controla el
futuro: quien controla el presente controla el pasado"

domingo, 18 de diciembre de 2011

Crisis 2008, Marx y Perón

Por Enrique Oliva

Vale la pena agregar algunas consideraciones más a la justa apreciación de Marx sobre las crisis del capitalismo tal como se evidenció en 1929 y en la actualidad. En mi nota del 22 de este mes de marzo del 2008, transcribía unas líneas por él escritas en 1867 en su obra El Capital. Al respecto es de recordar que Marx murió en 1883. Es decir, 46 años antes de la crisis de 1929.
Es sabido que  Marx  popularizó la expresión alemana “lumpen”, incorporada al diccionario de la Real Academia Española, definiéndola como “capa social más baja sin conciencia de clase”. El término lo usó  contra México, al justificar la invasión y anexión a sangre y fuego de la mitad de su territorio a mediados del siglo XIX por parte de EEUU.
Es que Marx estaba convencido, e insistía vehementemente en ello, que la revolución de clases comenzaría en un país industrial avanzado, dando por probables a Inglaterra, Alemania o Estados Unidos. No creía en la capacidad revolucionaria de pueblos mayoritarios de lumpenproletarios. Por eso cuando unos socialistas le hablaron de intentarlo en Rusia, consideró la idea disparatada.
Creo necesario pensar que esta crisis actual puede llegar, como abundan las opiniones en esa dirección, a provocar el comienzo del fin del capitalismo salvaje. El desempleo y hambre genera, como lo vemos en la historia del siglo pasado, convulsiones caóticas que pueden llevar al poder a oportunistas con fuerzas políticas minoritarias pero con el dominio de las calles. Eso se dio con la revolución rusa y el nazismo germano, que sin contar ninguno de ellos con mayoría para llegar por vía eleccionaria al gobierno, tanto los bolcheviques como los nazis lo lograron. ¿O NO?    

El caso Juan Perón: Sin especulación política alguna, me atrevo a arriesgar el ridículo  ante la tilinguería reinante, por recordar cómo y porqué el General Juan Perón  fue plebiscitado por tercera vez presidente, hasta con votos de ex enemigos acérrimos: por ser  el único político estimado con influencia real y capacidad de lograr un mínimo de orden para encaminar al país con la consigna popular de “ni yanquis ni marxistas, peronistas”.          Además, Perón poseía la autoría de las tres banderas que siguen significando toda una  genial síntesis de política nacional expresada en seis palabras: soberanía política, independencia económica, justicia social. Desgraciadamente la muerte se lo impidió y volvimos a las desuniones. Pero sigue vivo su ejemplo, dejando la opción inevitable de que “el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”. ¡No queda tiempo para vacilaciones!

Interrogantes para un futuro cercano
¿A nadie se le ocurre que pueda repetirse en este siglo, o mañana o pasado, porque al punto determinante del inicio de las revoluciones no se les puede dar fecha precisa?
¿Es descabellado suponer la repetición de que, una situación  caótica generada en un gran país industrializado desemboque en una crisis a nivel planetario?  ¿Estamos los argentinos preparados para unirnos entre nosotros con un mínimo de políticas de estado para salir lo mejor librados posible de los males que afectarán al mundo, convenciéndonos que nuestra vía es la Patria Grande Suramericana que soñaron San Martín y Bolívar?  Esta posibilidad se hace más creíble por la carencia en estos momentos dramáticos de verdaderos estadistas a niveles internacionales, con el agravante de poseer cabezas nucleares.  La caída de un  dólar sin respaldo por el exceso de emisión descontrolada, con masiva desocupación, carencia de techos familiares, saqueos de hambrientos y encima discriminaciones raciales ¿no crearían el momento sorpresa de una revolución surgida de las calles, o una alteración caótica en algún país altamente industrializado, como pensaba Marx?     

jueves, 8 de diciembre de 2011

Pepe Rosa nos enseña quien fue Mitre...

"Cuando empieza a actuar en el año 52 en Buenos Aires, lo va a seguir esa juventud que ha si­do rosista y que se entusiasma­rá con Mitre". Se pregunta Ro­sa, ¿qué nacionalidad tiene Mi­tre? Ha nacido en Buenos Aires, sin duda, pero es hijo de padres montevideanos, venidos a raíz de la invasión y él se siente uruguayo hasta el año 52.
"En todas las cartas que yo co­nozco de Mitre, él habla de "mi Patria" como la República Oriental, hasta Caseros. Más: en cierto momento integra el Go­bierno del Uruguay —cosa que parece nos hemos olvidado—, pues durante el Sitio de Monte­video, en el 45, forma parte de la Asamblea de Notables, que se compone de uruguayos. Y además, defiende Martín García cuando el tratado de Mackau entrega la isla a la Argentina —que habían tomado los fran­ceses y luego transferido a los montevideanos porque los ingle­ses no querían que hubiera con­quistas territoriales—, oportuni­dad en que Mitre escribe unos versos que "La Nación" olvida, donde dice:
"El pabellón de Austerlitz lucía en Martín Gar­cía /
y a su lado relucía del Oriente el pabellón, /
y hoy por el suelo se ven, porque el in­mundo tirano /
los arrancó con su mano ¡gracias, Sr. de Mackau!".
Nosotros tenemos la desgra­cia de que nuestros dos Presi­dentes próceres, uno, Sarmiento, dice que la Patagonia y el Es­trecho de Magallanes son chile­nos; y el otro, Mitre, dice que Martín García es uruguayo".
A juicio de Rosa el único apor­te de Mitre a la Argentina ac­tual es el diario La Nación. "No veo otra cosa". Y agrega: "Mitre para. mí constituye un enigma. «Uno lo analiza como militar y como político y encuentra un hombre que no tiene visión, que no tiene ningún alcance Como militar es algo peor que un mal militar, es un desastre, i Es el único oficial que perdió hasta un desfile! el famoso desfile en la calle Florida que dispuso en "orden oblicuo" y nadie enten­dió nada... Cuando quiso utili­zar el mismo "orden" en la ba­talla de Cepeda salió derrota­do. Porque Mitre es el hombre teórico, de libros, que no ve la realidad. Todas sus campañas son objetables. En la batalla de Pavón donde no diré que triun­fa, es la única en que se cree derrotado y se retira...
Y sin embargo lo apoya una cantidad de gente muy capaz y tiene, si no una popularidad mayoritaria en Buenos Aires, al menos un grupo de cierto valor que cree en Mitre —universitarios, intelectuales— cosa que no me la explico. A no ser que el medio intelectual argentino en el año 80 fuera muy bajo; única explicación posible".
¿Tenía Mitre condiciones es­peciales de caudillo?
"No, responde categóricamen­te Rosa. No se le puede llamar caudillo porque no es un hom­bre de pueblo. La condición que tiene Mitre es un gran optimis­mo; es optimista siempre. Y ade­más es un hombre honesto, aunque en aquella época, (agre­ga nostálgico nuestro entrevista­do) la norma era la honradez. Ese aspecto romántico a lo garibaldino que tenía, lo hacía un poco el ídolo de la juventud, que se dejaba arrastrar algo por el chambergo y la melena, como en el caso de Alfredo Palacios".
"No le veo condiciones porque Mitre es un eterno engañado en política. Lo engañan en la Con­ciliación del 77, lo engañan en la revolución del 80, lo engañan en el 91 cuando el pacto con Ro­ca. Carece pues de viveza políti­ca. Pero debe haber tenido algún carisma ya que hay gente arras­trada por él. Con el tiempo, Mi­tre se convierte en el patriarca de la calle San Martín. Es un hombre respetado sin enemigos a la puerta; se lo llama «Don Bartolo»"...
—¿Ese carisma sería el opti­mismo?
—-sí, la honestidad, el opti­mismo, la vida austera; pero por sobre todo el optimismo: en sus derrotas, Mitre siempre cree que ha triunfado. Únicamente pier­de su optimismo en Pavón, que es la única batalla que gana. Después de Cepeda (1859) sale gritando victoria y manda tocar el himno y aunque está derrota­do consigue hacer algunos pri­sioneros urquicistas que al oírlo en la noche se van a su campa­mento convencidos de que es el campamento de Urquiza.
¿Qué le parece Mitre como historiador?
—En verdad, es el único valor que le reconozco. Es el primero entre nosotros que trae el méto­do histórico, o sea la historia ceñida a documentos, ceñida a la verdad. Especialmente en su libro sobre Belgrano y la inde­pendencia argentina en que es­tudia la época de la emancipa­ción con bastante base docu­mental. Mitre perfecciona pro­gresivamente su método: la primera y la segunda edición de Belgrano son antologías escola­res, no hay documentos; pero tal vez porque lo atacaron —entre ellos Vélez Sársfield— preparó ese repertorio impresionante que después fue el Archivo Mitre. Sin embargo le faltan las condiciones esenciales del historiador, es decir, saber distinguir lo im­portante de lo que no es impor­tante, cosa que le criticaron mucho. Al proceso argentino no lo ve a pesar de tenerlo docu­mentado. Y sobre esto contaría algo muy importante. Mitre fue el iniciador del revisionismo histórico.
—¿Mitre?, exclamamos con asombro.
—Mitre, afirma Rosa. No por que él fuera "revisionista", sino porque el revisionismo histórico es la historia documentada, in­terpretada con sentido argenti­no. Uno de los discípulos de Mi­tre, gran admirador suyo, Adol­fo Saldías, le sugiere continuar la historia argentina que termi­naba en el año 20 con la muerte de Belgrano. El nuevo libro se iba a llamar "Historia de Rosas y la tiranía argentina". Como Mitre, muy ocupado con los prolegómenos de la revolución del 80 no podía realizar la obra, le encarga a Saldías que le es­criba en base de documentos. El joven investigador va a las fuentes y encuentra lo que era Ro­sas. Termina su libro y lo envía a Mitre diciendo, según supone­mos: "Fíjese qué equivocación hemos hecho con Rosas, resulta que Rosas es tan grande como usted". Mitre indignado le con­testaba: "¡Cuidado! El método histórico está muy bien, pero no tanto, porque cuando se estudia una tiranía no hay que olvidar los nobles odios"... Ya no es historiador, ya es el político...
—¿A qué se debe esa postura?
—No la atribuyo a mala fe, sino a que Mitre no sabe dife­renciar entre historiador y político Y como político es un his­toriador, como historiador es un político, como militar es un poe­ta, como poeta es un militar; es una mezcla de muchas cosas...
—¿Hay responsabilidad de Mi­tre en los orígenes de la guerra del Paraguay?
—La responsabilidad absoluta de su comienzo la tiene Mitre y la conducción fue desastrosa. Nos lleva y nos arrastra a la guerra por palabras, nada más. Es un orador, un hombre de fra­ses, que se embriaga con ellas. No le gusta el Paraguay porque es una dictadura; en cambio Brasil es una democracia coro­nada... Algunos años después de empezada la guerra, en 1869, hay una famosa polémica entre Juan Carlos Gómez, uruguayo, y Mitre sobre como se inició. Ahí se ve que ninguno de los dos lo sabe. A don Bartolo lo envolvie­ron políticos de mucha más capacidad que la suya, como era Silva Paranhos —después viz­conde de Río Branco— y mi to­cayo Octaviano de Almeida Rosa, dos grandes diplomáticos. Mitre en cambio es un tonto de una tontería tremenda. Después de la guerra, Brasil saca todo el pro­vecho posible y se constituye en defensor del Paraguay, de lo que resta de ese país, por supuesto con el tácito visto bueno de In­glaterra a la que no interesa el Paraguay destruido. Brasil hace su tratado por separado apar­tándose del de la Triple Alianza y entonces sí casi vamos a una guerra, para la cual no estába­mos en condiciones. Mitre es en­viado por el presidente Sarmien­to a Río de Janeiro en el año 72 para solucionar el problema. Allí sufre un verdadero "Curupaytí diplomático". Esa corres­pondencia de Mitre desde Río de Janeiro demuestra que es completamente ingenuo: está discutiendo con uno de los hom­bres más capaces del Brasil, Jo­sé Antonio Pimenta Bueno, mar­qués de San Vicente, y en sus cartas se ve que Mitre no hace más que "tiradas" en el terreno oratorio para que se lo aplauda.
—¿Qué le parece la actuación de Mitre en el interior del país?
—Su manera de hacer la unión nacional en el 61 después de Pavón me parece nefasta, por­que esa unión no se forma por la unión de todas las provincias con Buenos Aires sino mediante el apoderamiento del interior, claro que con la complicidad de Urquiza que está entregando el partido federal —él se queda en Entre Ríos—. Entonces va el ejército de línea y masacra; la idea de acabar con los criollos, los criollos producían caudillos, y viene esa guerra tremenda que es la página más negra de la historia argentina: la ocupación del interior que provocará el levantamiento del Chacho. Todas esas guerras causan hasta 50.000 muertos. Y ¡fíjese qué curiosa es la historia! Mitre pasa por un hombre bondadoso y es bonda­doso, no me cabe la menor duda.
—¿Podía hacerse la unión nacional de otra forma?
—Sí, como se había hecho en el 59, Mitre pudo haber seguido la unión del 59, no haber llegado a aporteñar todo el interior. Cla­ro que allí estaba Urquiza y yo no estoy muy de acuerdo con el Pacto de San José de Plores porque Urquiza debió dejar que el partido Federal tomara el go­bierno de Buenos Aires donde era mayoría. El mantuvo a los liberales temiendo que viniera un gobernador federal que le hiciera sombra.
La presidencia de Mitre es otro desastre. Después de ella, en la presidencia de Sarmiento, hace la revolución del 74 cuya conducción militar es una cala­midad: es la única revolución de toda la historia del ejército que la pierde el ejército frente a milicias. ¡Y esto le ocurre a Mitre! Porque él se levantó con casi todo el ejército, que era mitrista salvo algunas divisio­nes que quedaron a la expecta­tiva como siempre pasa y des­pués de la derrota de La Verde se pliegan al gobierno.
—¿Qué piensa de la conduc­ción económica de Mitre?
—Nunca entendió de economía según él mismo lo dice.
Casi nos parece innecesario formular al doctor Rosa la últi­ma pregunta del cuestionario : ¿Merece Mitre la jerarquía que tiene entre nuestros proceres?
Desgraciadamente, afirma Rosa, es prócer, pero el antiprócer, el hombre que nos ha hecho muchísimo mal porque su actuación, sin querer ser volun­tariamente antiargentina, perjudicó al país. Hasta último mo­mento, cuando los Pactos de Mayo con Chile en 1902, de­muestra ser un europeizante. Es cierto que estaba muy viejo y no tenía la cabeza bien, pero todo su entourage —La Nación, Emilio Mitre— están con una política que va a ser aplaudida por Roca y Pellegrini: quieren una política de paz que signifi­caba para la Argentina abando­nar a Bolivia y al Perú acaban­do así la política americana. En cambio La Prensa, con Estanis­lao Zeballos, Roque Sáenz Peña e Indalecio Gómez y muchos más pedían una posición más firme. Desde entonces nuestro país miró definitivamente ha­cía Europa sin importarle los asuntos americanos.
Yo creo que Mitre no muere por el apoyo del diario La Na­ción. Pero en realidad no nos ha dejado nada ¿Qué herencia hay de Mitre? No creo que sea una figura para recordar sino como una personalidad menor.




Extraido de un reportaje al genial historiador en la revista "Todo es Historia";

Prof. Julio Otaño

martes, 6 de diciembre de 2011

El Martín Fierro visto por el payador

<b>Por el Prof. Alberto Buela</b>

Introducción

Hace unos años lo llamé a La Plata donde vive a Pedro Barcia, hoy presidente de la Academia argentina de letras para pedirle si, como la editorial Emecé estaba editando las obras de Lugones, podía hacer el estudio introductorio a El Payador o a Los Romances de Río Seco, pero muy gentil y chispeante como es Barcia, me dijo que no, porque él era el encargado de ello según se había comprometido por contrato con la editorial.
Los libros salieron y el comentario de Barcia quedó como un comentario profesoral pero se le escaparon la infinidad de detalles criollos, que Lugones por serlo genuinamente los conocía y los utilizaba, y Barcia no.
Voy a poner un solo ejemplo, porque es un tema que domino, habida cuenta que soy presidente de la Asociación argentina de taba y algo del tema debo conocer.
En el poema XI: las carreras  se relata una partida de taba, que Lugones con genialidad magistral refleja los mínimos detalles de la trampa y los ardides.

El mozo, cuya es la taba,
cuando espera juega más,
pues, con licencia de ustedes,
será culera nomás.

Pero el cura que no toma
las pullas con que lo asedia,
maliciándose el recurso
la tira de vuelta y media.

En estas dos breves estrofas, sobre las que el ocurrente y simpático profesor Barcia no dice nada, Lugones dice todo sobre uno de los juegos más gauchos y criollos que tenemos los argentinos, uruguayos, paraguayos, chilenos y bolivianos, anque en Centroamérica.
La taba es un juego de destreza que se juega en forma individual pero respetando el campo desde donde se tira y así de hecho se forman dos conjuntos pero cada uno corre el riesgo de su apuesta.
Estas son al tiro y a la espera. Si uno va al tiro es porque confía echar suerte y si va a la espera es porque apuesta a que el rival eche “culo o chuque”.
Las tabas culeras son las cargadas y se usan para esquilmar a los novatos, a aquellos que no saben o no tienen la baquía necesaria en el manejo de la taba, pues la tiran girando o “de roldada”. Pero estas tabas tramposas nada pueden hacer ante un jugador avezado pues este utiliza la destreza criolla del juego.
Así la taba se puede tomar solo de dos formas con la suerte para arriba y la punta para adelante: en este caso se tira de dos vueltas para que caiga clavada. O, con el culo para arriba y el hacha o filo de la taba para atrás: en este caso se tira de vuelta y media para que caiga clavada. En estos únicos dos casos no hay taba culera que valga, la destreza puede más que la trampa y el tramposo.

En estos días mi querido editor Eugenio Gómez está por sacar una nueva versión de El Payador de Lugones, le solicité realizar el estudio introductorio pero me dijo que ya se había comprometido con el reconocido profesor de literatura clásica y tanguera Alfredo Fraschini. Ojalá que pueda hincarle el diente a Lugones, aunque nosotros lo dudamos,  porque para comentarlo con cierta profundidad el requisito es, antes que profesor de literatura, ser criollo y conocer de adentro el mundo gaucho. Porque eso fue, antes que nada, Lugones.

Las tres interpretaciones básicas del gaucho

El primero que en la literatura argentina realiza una interpretación del gaucho es Sarmiento en el Facundo (1842) en donde sostiene que en Argentina conviven dos tipos de hombres, aquellos del siglo XII, los gauchos, y aquellos del siglo XVIII, los ilustrados. El gaucho representa la barbarie y los ilustrados la civilización, por lo tanto la disyuntiva principal de la Argentina es: Civilización o barbarie. Sarmiento se inclina por la civilización y recomienda “no economizar sangre de gauchos”. Esto es, la eliminación lisa y llana del gaucho y todo lo que él representa.
Treinta años después en 1872, en pleno gobierno de Sarmiento, José Hernández entrega la primera parte del Martín Fierro en donde va a realizar la apología del gaucho y su mundo. Su libro produce dos interpretaciones: la de los liberales y conservadores que continúan con la interpretación sarmientina de desprecio al gaucho y su poema, y la de Lugones, que es la que vamos a tratar acá.
La tercera interpretación nos llega desde la izquierda, que en su conjunto, reacciona contra la hermenéutica lugoniana sosteniendo, falsamente, que el gaucho de Lugones, manso y obediente, está al servicio de la oligarquía y que el verdadero gaucho, el gaucho malo y rebelde es el Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez. O todos los sucedáneos que vinieron después: Mate Cocido, Bairoletto o el Gaucho Gil.
Desde la filosofía, los mejores de los filósofos argentinos, han intentado interpretaciones del gaucho. Así, entre otros, tenemos a Luis Juan Guerrero con Tres temas de filosofía en las entrañas del Facundo (1945), Carlos Astrada lo hizo en El mito gaucho (1948), Nimio de Anquín con Lugones, y el ser americano (1964), Rodolfo Kusch en La negación en el pensamiento nacional (1975)  
Esquema del Payador

El libro es editado en 1916 pero nace a partir de una serie de seis conferencias sobre el Martín Fierro dictadas en el teatro Odeón de Buenos Aires a la que asistieron el presidente de la República Roque Sáenz Peña , el único presidente argentino herido en combate, y todos sus ministros.

Se compone el libro de diez capítulos titulados: I La vida épica, II el hijo de la pampa, III A campo y cielo, IV  la poesía gaucha, V la música gaucha, VI el lenguaje del poema, VII Martín Fierro un poema épico, VIII el telar de sus desdichas, IX la vuelta de Martín Fierro, X el linaje de Hércules.
En el capítulo primero define los poemas épicos como expresiones de la vida heroica de un pueblo, trayendo numerosos ejemplos clásicos en defensa de su tesis. Así extiende la genealogía del Martín Fierro hasta Homero y Hesíodo.
En el capítulo dos: el hijo de la pampa,  va a sostener su principal tesis sobre el gaucho afirmando que “allí donde la conquista española fracasó fue el gaucho el héroe y civilizador de la Pampa”. El principal obstáculo que ofrecía la Pampa fue su vaga inmensidad lo que creaba una falta de objeto para la expediciones lanzada sobre ella.
El único que pudo contener con eficacia a la barbarie del indio fue el gaucho, un producto típico de la Pampa:“ni tan español ni tan indio”.
En el capítulo tres afirma que no obstante su aporte a las guerras de la Independencia, en las guerras civiles y a la guerra al malón  , y su aporte para diferenciarnos de España con personalidad propia, el gaucho tiene que desaparecer porque “es un bien para el país que así sea”. Aquí Lugones deja entrar por la ventana, la idea de progreso, que había sacado por la puerta.
En el capítulo cuarto sostiene que la poesía del Martín Fierro tanto en forma de recitado o payada llega a nosotros a través de los trovadores provenzales. Ese es su noble linaje. La poesía gaucha como la de los griegos no es producto de la imaginación creadora sino reflejo de las afecciones del alma y las inclemencias del destino. “El octosílabo es el idioma mismo, estéticamente hablando”. Y sus juegos antes que el interés de la ganancia estaban signados por el honor del triunfo.
El capítulo quinto se ocupa de la música gaucha afirmando que la música de los gauchos, fundada en la guitarra (“el más precioso elemento de la civilización” ), fue siempre inseparable del canto y la danza. La preferencia por los instrumentos de cuerda (guitarra, arpa y violín) hizo que la música gaucha se preocupara por el ritmo que vincula música, poesía y danza, como sucedió con la música de los antiguos griegos. Y esta fue la causa por la que fue superior a la de los romanos que era de viento.
En el capítulo sexto viene a afirmar que América a través del lenguaje gauchesco va creando una expresión y lengua propia con base en el castellano. La despreocupación literaria de Hernández pone por escrito el mismo idioma que estaba en la boca. Lo que nosotros americanos hacemos con la lengua es restaurar para la civilización lo perdido por España a través “del castellano paralítico de la Academia”.
En el capítulo séptimo, luego de desmitificar a todos los autores gauchescos anteriores: al peluquero Hidalgo quien imprimió a su poesía la descosida verba de su oficio. A Ascasubi que no tenía de gaucho sino el vocabulario con frecuencia absurdo. A del Campo con su composición una parodia del gaucho “una criollada falsa de gringo fanfarrón que anda jineteando la yegua de su jardinera”. A Echeverría y Gutiérrez que pecan de romanticones. Va a sostener su tesis principal: Martín Fierro es el campeador del ciclo heroico de las leyendas españolas, personificando la vida heroica de la raza argentina con su lenguaje y sentimientos más genuinos. “Martín Fierro es un poema épico”.
En el capítulo octavo comenta “la ida”, la primera parte del poema, donde se relatan las desgracias que determinaron la vida errante del héroe. La civilización hostil al gaucho está representada por el gobierno de Sarmiento contra quien se alza López Jordán en cuyas filas militaba Hernández. Mientras que la época de esplendor del gaucho fue la del gobierno de Rosas, pues él mismo era gaucho. Lo escribe de un tirón en ocho días y el autor se agota en su propio poema.
El capítulo noveno nos viene a hablar de “la vuelta”, en donde el poema se transforma en una descripción de grandes cuadros realizada por diversos personajes (Fierro, Vizcacha, Picardía, los hijos de Fierro). El poema pierde fuerza al hacer literatura de precepto o lección de moral. No obstante afirma Lugones: “mi fe inquebrantable en que todo lo que dice el poema es verdad”.
Por último en el capítulo décimo titulado “el linaje de Hércules” sostiene que el Martín Fierro hunde sus raíces en Hécules, el antecesor de los paladines y el gran liróforo del panteón griego, pasa luego por la poesía latina, se refugia en la Provenza, su trova pasa a España en su guerra con los moros y de allí a América y se radica en la Pampa. Y termina afirmando un verdadero pacto social en donde las clases altas o gobernantes aceptan la cosmovisión gaucha: “Felicítome por haber sido el agente de una íntima comunicación entre la poesía del pueblo y la mente culta de la clase superior; que así es como se forma el espíritu de la patria”.

Las perlas de Lugones<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://adaro.blogspot.es/img/lugones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left:1em; margin-right:1em"><img border="0" height="317" width="397" src="http://adaro.blogspot.es/img/lugones.jpg" /></a></div>

Un comentario genuino del Martín Fierro requiere como conditio sine qua non el ser auténticamente criollo y estar contra la corriente, y esto fue Leopoldo Lugones. El más criollo de los comentaristas y el mayor disidente. Y eso lo queremos poner de manifiesto en este apartado a través de las afirmaciones y comentarios que hace el autor cordobés.
La Pampa, ese “vértigo horizontal”, al decir de Drieu la Rochelle en su vaga inmensidad nos muestra que en los montes que no cantan los pájaros al amanecer es porque el agua está lejos.
Las razas sin risa como la del indio nunca gozaron de la vida y solo copiaron del blanco el carnaval donde se salpicaban con sangre, utilizando los corazones de las reses como pomos.
A pesar de la profusión de guitarras en los hogares criollos que los indios saqueaban nunca la adaptaron, solo el despreciable chillido cuadraba a sus gustos musicales.
De los incendios desbastadores y gigantescos de la Pampa solo se sale prendiendo fuego (contra fuego) donde uno quiere quedarse o tapando la cabeza del caballo con un poncho mojado para lanzarlo en su cruce.
El campo es tan lindo que no da ganas de hablar. “con solo descansar sobre tu suelo, ya nos sentimos pampa, en pleno cielo”.
La música es el timbre de honor más alto para una raza. “y cuando los últimos residuos de la influencia cristiana y haya desaparecido la incrustación escolástica que aun nos paraliza, (la música) nos reintegrará en su armoniosa continuidad a la civilización interrumpida por veinte siglo de servidumbre”. La influencia de Nietzsche es aquí manifiesta.
La taba caracterizada por movimientos y actitudes dignos de la escultura.
El ritmo fundamental del cual todos proceden es el que produce nuestro corazón con sus movimientos de diástole y sístole: el ritmo de la vida. Los salvajes y los niños limitan a esto su música, así el primer elemento musical es tetramétrico. El paso militar y el tambor que lo acompasa consisten en eso, en la misma repetición.
El paso de los caballos es tetramétrico lo que explica que muchos caballos sin ser enseñados marchen al ritmo del tambor. El primer múltiplo de cuatro engendra el octosílabo que es el verso más natural y popular.
Los seis versos de las estrofas coinciden con las seis cuerdas de la guitarra y en los acompañamientos criollos, generalmente la sexta, suena libre como el primer octosílabo sin rima en aquella. Esto es un verdadero hallazgo que revela el producto genuino de una inspiración naturalmente acorde con los medios expresivos. Inventada por los payadores, aquella estrofa no existe en la poética oficial. Su instinto de poetas, hubo de sugerirles como a los trovadores del ciclo provenzal, grandes inventores de ritmos, por idéntica razón, esa simetría en cuya virtud cada cuerda habla en cada verso como acabamos de advertirlo.
El tema rítmico representa el sexo masculino y el melancólico al femenino.
Nuestros gauchos prefirieron los instrumentos de cuerda (guitarra y violín) por sobre los de viento.
Ningún criollo jinete como el protagonista del Fausto monta en caballo overo rosado: animal siempre despreciable cuyo destino es tirar el balde en las estancias o servir de cabalgadura a los muchachos mandaderos.
La crítica al Martín Fierro. ¿Cómo dijo la muy estulta y trafalmeja, y amiga del bien ajeno? ¿Qué eso no era obra de arte?. En la modestia de los grandes finca el entorno de los necios.
Caballos babosos son aquellos que se enfrenaron por primera vez en día nublado o frío y se olvidaron de salarle el freno.
¡La política! He aquí el gran azote nacional. Todo lo que en el país representa atraso, miseria, iniquidad, proviene de ella o ella lo explota, salvando su responsabilidad con la falacia del sufragio.
Los caballos del indio se dejaban montar solamente por la derecha, por el lado del lazo, pues a semejanza de las tropas romanas, así subían los indios apoyados en la lanza para saltar. Las narices de los yeguarizos eran sajadas para que absorbiesen más aire en la carrera.
Como todos los valientes nuestro gaucho experimenta la sensación del miedo antes de la pelea y no la oculta.
Los negros son gritones en la pelea y su voz estridente parece guañir (grito de los lechones) cuando se irritan.
El gaucho canta y baila en público pero ama y llora en secreto.
La esgrima de las boleadores era desconcertante y terrible. Las tres piedras y las tres sogas servían a la vez, cubriendo ventajosamente la guardia. La bola más pequeña o manija, asíala el guerrero con los dedos de su pie izquierdo desnudo. Una de las dos mayores, tensa en su cordel, manteníala con la mano izquierda a la altura de la cabeza. La tercera quedaba floja y colgando en la mano derecha, con la que venía a ser el elemento activo del combate. Obligado a retreparse (echado hacia atrás) para aumentar la tensión de aquella cuerda, el indio acentuaba en su fiero talante la impresión del peligro. Ambas las manos combinan sus movimientos para disparar el doble proyectil; y todavía si se descuidaba el adversario. Bastábale aflojar de de golpe la manija, que con la tensión iba a dar en la pierna de aquél, descomponiendo su firmeza. Así era difícil entrarle con el cuchillo, mientras no se lograra cortarle una de las sogas.
En la pelea la respiración anhelosa, que absorbe los labios como un rictus de agonía, era el detalle más importante de semejantes luchas. Quien ha presenciado el fenómeno (se ve que Lugones lo presenció), difícilmente lo olvidará: la expresión de la boca determina toda la fisonomía de la fiera.
Para asar la carne la ensartaban  los gauchos en una estaca o en un fierro y no en esos asadores modernos “tipo cruz” para deslumbrar a los turistas.
  
Epílogo

Hoy que el indigenismo está de moda, escribir sobre los gauchos y el mundo criollo suena a contracorriente. Y probablemente lo sea. Pero eso no es óbice para dejar de hacerlo. Sobre todo para aclarar algunos puntos oscuros o de sesgada interpretación.
Rosas, que sin dudas fue gaucho, sostenía que “los indios son primos hermanos nuestros”. Es decir, plateaba la convivencia entre criollos e indios. Es la ideología liberal que se instala después de Caseros (1852) que adopta el lema norteamericano: el mejor indio es el indio muerto.
El mundo criollo a través de la figura del gaucho fue el instrumento adecuado para derrotar al indio, quien había inventado a través del malón, la forma de vivir sin trabajar.
Al ser el gaucho un hombre de dos mundos: el desierto y campaña, y en los dos se movía como pez en el agua. Esa doble pertenencia hizo del gaucho el héroe del desierto cuando lo lanzaron a combatir. Vale la pena leer cómo lo busca y le corta todos los pasos Saturnino Torres a Baigorrita. Como lo vence con las mismas armas y con menos tropa. Durante semanas lo sigue, casi sin dormir ni comer, hasta la cordillera impidiéndole el paso a Chile.
Lleva la íntima convicción de luchar por la libertad y por la redención de su circunstancial enemigo. Lo derrota, lo cura, lo monta a caballo, Baigorrita se tira al piso, se arranca los vendajes y le pide que lo mate.
Hoy vemos con pena en el alma como el progresismo socialdemócrata interpretando interesada e ideológicamente trastoca los hechos históricos ciertos y le resta todo mérito  transformando al gaucho en verdugo, en empleado de la oligarquía porteña, en instrumento de dominación del imperialismo. Cuando al gaucho se puso la patria a sus espaldas.
Como se nota que estos carajos ilustrados no tienen un solo muerto de su familia en el desierto. Que nunca han podido participar ni siquiera de una fiesta criolla. Que jamás han dormido bajo la estrellas a campo traviesa. Que no se han sentado en su vida en un matungo. Ni pensar en arreos, yerras y trabajos de campo. El lazo que conocen es la soguita para llevar de paseo al perro y los bichos más salvajes sólo los vieron en el zoológico, nunca sueltos y libres en el campo.
Hoy en la época del bicentenario es perentorio, como lo era en la del Centenario de Lugones, recuperar los valores que alimentaron el alma gaucha: 1) el sentido de la libertad, 2) el de la justicia, 3) el valor de la palabra, 4) el orden objetivo de las cosas 5) el sentido teleológico del obrar (obrar en vista a fines) y 6) el sentido trascendente de la vida.
El Martín Fierro, tal como nosotros le hemos respondido al querible Rodolfo Kusch, tiene una propuesta concreta para la redención Argentina y lo afirma específicamente, y a tres niveles: a) A nivel de propuesta: debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos.
b) E<b>n orden al método o camino: pero se ha de recordar para hacer bien el trabajo que el fuego para calentar, debe ir siempre desde abajo (el pueblo) y c) A nivel de conducción: Hasta que venga  un criollo a esta tierra a mandar.</b>

jueves, 1 de diciembre de 2011

Zamba en la Vuelta de Obligado

Manuel Belgrano: Materias primas y Contrabando

Por  don Singulario 

Singularia Libros cierra transitoriamente sus puertas a fin de año, con el objeto de encarar nuevas formas comerciales por internet en el año próximo; y la liquidación y estibaje de sus obras remanentes se ha convertido en una tarea abrumadora, por lo que nuestro tiempo de búsqueda, reflexión y escritura es escaso.
En medio del debate abierto en los medios ante la creación del “Instituto Nacional de Revisionismo Histórico e Iberoamericano Manuel Dorrego”, reducido en principio sobre quiénes deben hablar de historia y quiénes no pueden hacerlo por carencias académicas, nos atrevimos a reproducir la nota publicada el 13/6/2009, considerándola ajustada al momento y a nuestras convicciones..
En otro contexto más significativo, los temas tratados por nuestro Prócer tienen absoluta presencia en la coyuntura económica que atraviesa la sociedad globalizada.
Materias Primeras
-La semana pasada, aprovechando este mes que se evoca a don Manuel Belgrano, recordamos algunos escritos suyos cuando era Secretario del Consulado Real de Comercio y reprodujimos un epígrafe de mucha actualidad, que hoy deseamos publicarlo entero (sic todas las citas).
“Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primeras no salgan de sus Estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir no sólo darles nueva forma sino aun atraher las del Extranjero para executar lo mismo, y despues venderselas, nuestro mismo Govierno nos lo enseña con sus disposiciones de livertar de derecho á los cueros al pelo que se introduxesen del Extranjero con destino a nuestras fabricas:  bien se descubre que el fin que lleban es de tener las manos empleadas, para que consigan su bien estar, y el de atraherse las Riquezas; pues nadie ignora que la nueva coordinación, que se da á la materia primera, le da un valor en mucho exedente al que tiene sin aquella el qual queda en poder de la Nación que la manufactura, y mantiene á infinitas clases del Estado; lo que no conseguirían si se contentase con vender, cambiar, ó permutar la materia primera por las manufacturas”
- Ese epígrafe don, fue el que me hizo meter la pata con la política…
-Esa sentencia lo tomé de un libro de historia, fuera de contexto, y que al ser extractado perdió algunas palabras fundamentales modificando su sentido. Para trascribirlo fielmente es que volvimos sobre el mismo, ahora de una fuente confiable.
-Comparándolo, veo que hay una expresión muy diferente, la semana pasada decía “[...] conseguir no darle formas” mientras que hoy Ud. trae “[...] no sólo darles nueva formas”
-Hablábamos del barro de la historia, y en esos charcos los chanchos se comen todo lo que encuentran, hasta las palabras. Sin embargo la historia también es oro, a veces sucio, pero oro al fin. Aquella sentencia don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano la emitió el 14 de junio de 1802 en su Memoria sobre el establecimiento de fábricas de curtiembres en el Virreinato, en la que aprovechaba para exponer sus lúcidos pensamientos. 
-Ud. siempre comenta que hay que leer de los originales, pero no siempre es posible encontrarlos, cuénteme cómo  se puede hacer con Belgrano, ya que hay tanto publicado.
-Los escritos de Belgrano han sido, como todo lo que no se ajustaba a las medidas de la ideología porteña, motivo de rapiña por parte de los historiógrafos oficiales cuyo patriarca, don Bartolo decidió qué cosas debían ponerse y cuál no. Le voy a contar una anécdota que el profesor, Manuel Fernández López (MFL) relata lo que le ocurrió a Roque Gondra  –que en 1923 escribiera el libro “Las ideas económicas de Manuel Belgrano”– mientras estudiaba los antecedentes en la biblioteca de Mitre; un día pasó el general y le preguntó que hacía. Informado por aquel le dijo: –no pierda el tiempo, joven, encontrará todo en mi Historia de Belgrano– Por suerte, cuenta MFL, Gondra no se desanimó y llegó a instalar la figura de Belgrano economista, que no estaba en la Historia de Mitre.
- ¿Ese Gondra publicó todo lo que Belgrano escribió sobre economía, don?
- Parece que se perdió mucho material. Le cuento que sobre el tema circulan por Internet, trabajos que realizaron los licenciados Roberto Varo y Luis A Coria “Conceptos Económicos en los Escritos de Manuel Belgrano” (*) y otro de Rodolfo Pastore para la Universidad de Quilmes (**), que son muy enjundiosos contando con abundante información, y lo que es más importante citando fuentes sumamente variadas y confiables. En ambos trabajos consideran a Gondra como el descubridor del Belgrano economista.
-Entonces…
-Como hemos comentado la historia oficial sólo pinta un Belgrano militar y el pícaro redactor histórico se “olvidó” de muchísimo más. Al decir de MVL (destacado periodista también) Gondra desconocía, cuando escribió aquel libro “economista”, la existencia de algunas traducciones hechas por el prócer como así también otras Memorias leídas en el Consulado. Incluso una descubierta hace poco, que fuera desechada por aquél, en la que el pensamiento belgraniano raya a gran altura.
-A ver si lo entiendo, Bartolito escribió la monumental Historia de Belgrano que todos conocemos (por lo menos de nombre) y ese reportero Manuel cuenta que don Gondra descubrió que no estaba todo lo que debía estar, ¿voy bien?
-Ese “reportero” escribe la columna dominical llamada El Baúl de Manuel en el suplemento económico Cash de un importante matutino. En cuanto a su síntesis en parte es correcta, siga…
-Soy de tranco cortito, hasta ahí nomás llego, no sé donde encontrar lo que escribió Belgrano…
- Existe un librito “Memorias - Manuel Belgrano” de la colección Documentos de Página /12, cuya carátula informa que fue compilado por MVL, sin mayores datos de imprenta. En él se transcriben seis memorias leídas por el Secretario del Consulado Real de Comercio entre 1796 y 1809. También en el libro de Gondra y los que comenté más arriba.
-Ahora que lo dice, me avivo que hace doscientos años de la última.
- Justo el martes que viene se cumple el bicentenario de la última Memoria leída por el egregio patriota y cuyo título tiene hoy tanta actualidad: “Los Males del Contrabando” en la que expresa, dolido por la situación imperante, estas ideas:
“[…] La destrucción, el aniquilamiento de nuestros fondos, la existencia de una multitud de estrangeros, corrompedores de nuestras costumbres, tan afianzados en su pertenencia a estos Países, que he oido decir que ya se están afincando […] me atrevo a proponer que qualificado que sea por nuestro Tribunal que un comerciante, sea quien fuere, ha hecho el contrabando, debe darle parte á esta Junta para que sea proscripto […]
-Los que lo escuchaban no debían estar muy felices, a muchos de ellos le caía el sayo ¿no?
- Era el estadista que veía la situación imperante y profetizaba:
“Si es cierto, como lo aseguran todos los Economistas, que la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un País, de un Estado entero, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podrá haberla en nuestras Provincias, quando existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas á unas quantas manos que arrancan el jugo de la Patria y la reducen á la miseria […] Así es que los vemos queriendo formar un cuerpo de comercio Inglés, unos hombres que no solo están contra nuestras leyes, sino contra las de su mismo País que les prohíbe el contrabando. Ya en sus conversaciones han llegado a decidirse a no obedecer á nuestro Tribunal, y aun a oponerse a sus determinaciones […]
- Don Singulario, el principio del párrafo parece de un discurso oficial, y en eso del contrabando desacatándose a los tribunales me suena…

lunes, 14 de noviembre de 2011

El gran Pensador Nacional en su día....

Por Juan Carlos Córica


JauretcheDecir que Arturo Jauretche fue el más grande pensador contemporáneo, puede molestar a quienes su fogosa palabra se lo llevó por delante. Puede, también, tomarse cómo una parcial opinión frente a hombres como Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui, Manuel Ortiz Pereyra o, a su manera, el gran Homero Manzi y Discepolín, o Macedonio Fernández.

Son varios, no muchos, pero Arturo fue algo especial. Fue el gran pensador y escritor del pensamiento nacional. No le hizo asco a nada. Aprendió a jugarse ya en el secundario. Peleó en la universidad. En el ’30, calzado con revolver, como funcionario en Mendoza salió a la calle para defender al gobierno de Hipólito Yrigoyen, el Peludo.Peleó en Paso de los Libres en la fallida intentona abortada contra la dictadura militar. Peleó contra la realidad política esquiva, como principal promotor de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). Peleó con la palabra en la calle y en el papel. Polemizó como el mejor. Pero sobre todo, prefirió "perder" a caer en la traición a "sus paisanos". Mostrando que le sobraba dignidad y tenía agallas, con más de setenta años, se animó a enfrentarse con un ridículo militar "ofendido" por sus denuncias en un duelo desigual.

Fue capaz de quedar al margen del juego político por sus convicciones y coherencia. Así explicaba que "hasta cuando ataco a un hombre concreto no es que lo malquiera; es que quiero a mis paisanos y por amor a ellos tengo que cumplir esta ingrata labor que me cierra las puertas y me junta enemigos, en un arte como el de la política que consiste en hacer amigos".

Cómo bien señala Norberto Galasso en Las polémicas, "Jauretche influye como pocos en la obra de descolonización. Su pasión argentina, enarbolando certezas incontrovertibles se constituye ‘en un viento que viene a romper’ toda la cristalería tallada durante años y años por los coquetos snobs de la factoría. Los empachados por el liberalismo conservador de las escuelas oficiales, los discípulos de Maurras admiradores del Duce (por derecha), los embalsamados por la lectura de los manuales de la Academia rusa, los ‘inteligentes’ que han gastado años leyendo a Sartre, directamente del francés y los más nuevos empachados de indigestas comilonas de Marcuse, Althuser, Lacan y Barthes (por izquierda), rechazan indignados a este paisano bárbaro, a este impertinente para quien no hay verdades consagradas y toda idea debe" pasar por el cernidor de su fina y profunda racionalidad. 

Los más jóvenes, por más auténticos y menos ‘léidos’, se convencen que "hay que desaprender todo lo malo (lo falaz), para poder recién después empezar a aprender lo bueno (lo veraz)". Jauretche a quién pertenecen estas últimas palabras, enseña que "no hay ‘ideas foráneas’ sino ideas nacidas" de la experiencia e inteligencia de los pueblos, por lo que, las ideas nacidas en cualquier parte del mundo no pueden aplicarse mecánicamente para resolver los problemas argentinos... No se trata de ‘incorporarnos a la civilización’ colonialmente, sino de que ‘la civilización se incorpore a nosotros’ para asimilarla y madurarla con nuestras propias particularidades", según nuestros tiempos y partiendo de nuestra circunstancia.
Puso al descubierto el andamiaje de dominación cultural, usando su sabio análisis y sus metáforas decidoras. Mostró como objetivo estratégico al "neocolonialismo"; como centro operativo a la superestructura cultural; como operadores estratégicos a los miembros del establishment cultural, como operadores funcionales a los "maestros de la juventud", más los "fubistas", el "medio pelo" (las Doña Rosa y los don José), más los medios y sus periodistas cautivos y los "profetas del odio"; y, finalmente, como sistema emisor del mensaje al discurso dominante y las "zonceras de toda laya". Decía de éstas que: Su fuerza no está en el arte de la argumentación. Simplemente excluye la argumentación (o bien la tergiversa) actuando dogmáticamente mediante un axioma (que usa como premisa del argumento) introducido en la inteligencia (del que la escucha), y su eficacia no depende, por lo tanto, de la habilidad en la discusión como de que no haya discusión. porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera, deja de ser zonzo”.
A Jauretche le molestaba esas falsas comparaciones por las que se creía que el europeo era más trabajador que el nativo. Era absurdocomparar al gaucho con el inmigrante… El inmigrante es el más audaz de la aldea y no el más tímido". De lo que deducía que la cuestión no era de origen sino de condición: "los decididos a salir del pueblo tienen las mismas agallas de los que se animaban a venir de Europa". 
Diferencias, no de aptitudes sino de oportunidades. Así explicaba para otro ejemplo que "el inmigrante, como hijo de la sociedad capitalista, está mejor preparado para el comercio y para la competencia que el hijo de una sociedad donde esas formas del comercio y la producción son incipientes... El inmigrante representa un producto de selección, si ésta se hace en razón del individualismo... cada uno es un Colón o un Morgan o un Cortés, pues los que se quedaban allá son los menos individualistas dentro del medio social".
También en el Manual de Zonceras, donde dice, "Todo esto nada tiene que ver con la calidad de superior o inferior de un hombre sobre otro, no es congénito ni racial. Son condiciones culturales que deben crearse siempre en relación al medio y no a contrapelo del mismo. No es cuestión de imitar o de reproducir sino de realizar la técnica adecuándola a la realidad".
Jauretche explicaba que, si el pensador quita la vista del pueblo y de la nación, pierde de vista las necesidades y objetivos de ese pueblo y esa nación. Pierde y deja de tomar en cuenta lo esencial del objeto pensado. Él sabía que del encuentro vital de la voluntad popular (oído en el pueblo), el interés de la nación (oído en la patria organizada) y del signo de los tiempos (oído en la historia situada) emergían los datos básicos sobre los que se debía y podía construir el contenido del pensamiento socio político. Se cansó de explicarle a la intelligentzia vernácula que la realización del interés nacional —articulación de necesidad-objetivo-situación— hacía grande o frustraba a una país. 
Por eso se atrevió a valorar la actitud estadounidense de usar la ideología liberal desde un sentido nacional. Por eso inventó la fábula de los gatos: hay que cocinarlo a la criolla”.
Cómo última puntada. Cómo último botón de la extensa muestra de sabiduría y sentido de la realidad que tenía y ejercía, va un texto donde su lúcida visión ofrecía, para políticos y militantes, criterios básicos para tiempos como los de hoy: "Hay que actuar en dirigente revolucionario y no en dirigente electoral, porque se trata de la disputa del poder. No podemos incurrir en el error de los radicales en 1945... Por cuidar los votos, ellos se quedaron parados y cuando se dieron cuenta, los votos se habían ido. No importa donde están los votos ahora. Importa donde estarán para ejecutar un programa. El que está atento sólo a lo que piensa la gente hoy, se quedará al margen de lo que pensará la gente mañana y aquí está la clave para saber quien es dirigente o no. Además, lo que piensa la gente no está dicho por lo que proclaman en voz alta sino por lo que se dice en voz baja..." (de la carta a Amílcar Vertullo, 03/07/59).
Salute maestro. No sabe cuanto lo extrañamos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Batalla de Apóstoles

Por Carmen Itatí Bonpland


Se denomina Batalla de Apóstoles al enfrentamiento ocurrido el 2 de julio de 1817, en el marco de la Invasión Luso-Brasileña, también conocida como Invasión Portuguesa de 1816, Guerra contra Artigas o Segunda Invasión Portuguesa de 1816. El general portugués Chagas invadió las Misiones Orientales y luego, el territorio que actualmente es la provincia argentina de Misiones, sometiendo y destruyendo varios pueblos misioneros. Posteriormente se dirigió hacia el Cuartel General de Apóstoles, donde fue completamente derrotado por el general Andrés Guazurary.
Antecedentes
En junio de 1817, Andrés Guazurary había establecido su Cuartel General en el pueblo de Apóstoles, meses antes saqueado y destruido por la invasión portuguesa y brasileña dirigida por el comandante Francisco das Chagas Santos. Andrés Guazurarí, conocido por su pueblo como Andresito, comenzó la organización de las fuerzas misioneras con la finalidad de contrarrestar las invasiones de los portugueses. La concentración de las fuerzas misioneras en Apóstoles exacerbó los ánimos del comandante portugués Francisco das Chagas Santos, quien decidió organizar una nueva invasión a Misiones con el objetivo de atacar a los misioneros que se hallaban concentrados en Apóstoles.
A fines del mes de junio del año 1817 una fuerza portuguesa compuesta por 800 hombres pertenecientes al Regimiento de Dragones de Río Pardo y a la Infantería de Santa Catalina, comandados por el Brigadier Francisco das Chagas Santos, el Mayor José María da Gama, el Capitán Alexandre José de Campos y el Alférez Antonio de Souza Coutinho, cruzaron el río Uruguay y se dirigieron hacia Apóstoles. Eran en su mayoría soldados veteranos, gran parte de ellos se habían formado en las guerras napoleónicas de Europa. Ante el avance decidido de los portugueses los gauchos que habitaban las chacras y estancias se fueron replegando junto a sus familias hacia la guarnición de Apóstoles, uniéndose a los guaraníes.
Composición de las Tropas Misioneras
Las tropas de Andresito estaban compuestas por los sobrevivientes de las matanzas realizadas por los portugueses en San Carlos, San José, Concepción, Santo Tomé, La Cruz, Mártires, San Javier, Apóstoles y otras tantas reducciones de Misiones, durante los meses de enero y febrero de 1817. Eran el mismo pueblo, integrado por indios guaraníes y gauchos criollos habitantes de la campaña adyacente a los pueblos.
La Batalla
Al amanecer del día 2 de julio el enemigo se presentó en formación de batalla en las afueras del pueblo, hacia el Este, sobre la margen izquierda del arroyo Cuñamanó, dispuesto a iniciar el ataque. Los misioneros decidieron salir a enfrentarlos enarbolando una bandera roja. El enfrentamiento se produjo a media legua del pueblo. Los gauchos y guaraníes fueron rechazados al no lograr quebrar la línea de artillería de los portugueses y se replegaron hacia el pueblo, fortificándose en los patios de talleres, residencia y en el templo. Entonces los portugueses, a media mañana, comenzaron el asedio del pueblo. Dice textualmente el parte de batalla redactado por el Brigadier Das Chagas Santos:
El escuadrón de la izquierda rompió el fuego tomando los costados del cementerio y la huerta. El de la derecha ganó al galope el portón del segundo patio y por el centro atacó nuestra infantería, que luego tomó la bandera encarnada siendo muerto su portador y atacando a los gauchos, huyeron éstos para la plaza y acosados por nuestra fusilería corrieron por el patio del colegio, cuyo portón cerraron guarneciéndose adentro con sus tiradores; así como por las ventanas de la iglesia de donde nos habían iniciado fuego. Al mismo tiempo, los milicianos de la derecha habían forzado el portón del segundo patio debajo del fuego de los gauchos, que precipitadamente corrieron para el primer patio, en que hubo mucho fuego de ambas partes.
Mientras la batalla se desarrollaba, una torrencial lluvia se abatía sobre el pueblo, lo que tornaba más confusa e indecisa la situación. La batalla llegó a una resolución a las 3 de la tarde, momento en que entró en escena el Comandante Andrés Guazurary al frente de un cuerpo de caballería compuesto por doscientos hombres. Llegaba al galope desde el vecino pueblo de San José con este importante auxilio. Das Chagas intentó detenerlo y mandó al capitán de granaderos José María da Gama junto a 120 hombres para que rechazara a Guazurary a las afueras del pueblo. Los doscientos lanceros guaraníes de Andresito arrollaron en su marcha a la columna portuguesa del capitán da Gama y cayeron violentamente sobre los portugueses que atacaban al pueblo. El combate, en medio de la lluvia y el barro, se volvió terrible. Las cargas de los fusiles estallaron y los choques del acero de las lanzas, los facones y los sables, se mezclaron con sapucays (típico grito de coraje o de alegría originado en la cultura guaraní) de coraje y gritos de dolor. Los lusobrasileños comenzaron a perder terreno, hasta que el mismo brigadier das Chagas fue herido en el hombro derecho. Entonces comenzó la retirada de los invasores, y la implacable persecución de los gauchos y guaraníes misioneros se convirtió en un azote para los portugueses y brasileños hasta que lograron repasar el río Uruguay.
Consecuencias
Al anochecer de aquel 2 de julio la Batalla de Apóstoles concluía con una victoria rotunda de las fuerzas del comandante Andrés Guazurary y sus lugartenientes y subordinados como:Pantaleón Sotelo, Nicolás Aripí, Nicolás Cristaldo, Francisco Javier Sití, Blas Basualdo y el apostoleño capitán Matías Abucú.
La Batalla de Apóstoles no constituyó un hecho aislado. Es un episodio crucial que llena de gloria a las campañas militares del comandante Andresito, desarrolladas en el transcurso de los años 1815 y 1819. Forma junto a la Batallas de Candelaria, San Carlos, Saladas, Lomas de Caa Catí, San José, la pura expresión de la lucha desatada por el pueblo misionero contra la dominación extranjera y la defensa de los principios de la Libertad y la autonomía. Las bajas de las tropas al mando de Andrés Guazurary se calculan en 84 misioneros gauchos y guaraníes.

martes, 18 de octubre de 2011

Conferencia sobre el "Descubrimiento de América", causas y consecuencias

El Dr. Julio R. Otaño realizo una conferencia sobre este interesante tema a traves de la "Comisión de Historia del Colegio de Abogados de Gral San Martín. COMISION QUE SURGE POR INSPIRACION DEL DR. JULIO CESAR SORRENTINO Y QUE ESTA INTEGRADA POR LA DRA TERESA SANGUINETTI Y LOS DRES JULIO R. OTAÑO Y RAÚL ZALDÚA.

El video lo pueden ver en internet:
http://www.youtube.com/watch?v=mzCROZ100y8"



El video lo pueden ver en internet:
http://www.youtube.com/watch?v=mzCROZ100y8"

Algunas fotos:
















La conferencia intento darle un enfoque objetivo en medio de las distintas posiciones sobre el tema, haciendo hincapié en la necesidad de mejorar las condiciones de vida de las comunidades indígenas de América en general pero tambien resaltando la importancia de la colonizacion española: con su principal consecuencia: la raíz social mestiza que predomina en el continente, ademas del sentido misional y religioso y de la importancia de la lengua. Fue la presentacion en sociedad de la COMISION DE HISTORIA DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE GRAL SAN MARTÍN

sábado, 24 de septiembre de 2011

Fermín Chávez: “Si hubo una batalla por la historia, ya está ganada”

Por Guillermo Zinni

Esta entrevista se la realicé al historiador Fermín Chávez en el año 2003. Para los que no lo conocen, se trata de un representante del revisionismo histórico y para el que "el liberalismo hace una historia mítica para apoyar al poder y que se sostiene desde las escuelas".
Continuador del revisionismo histórico -que él prefería llamar “Nueva escuela histórica” o “Historia de la descolonización”- iniciado por Adolfo Saldías y en el que se encuentran autores como Corvalán Mendilaharsu, Font Ezcurra, José María Rosa y tantos otros, Fermín Chávez fue uno de los referentes insoslayables para conocer el pasado de nuestro país. Al momento de la nota, recientemente había sido nombrado Ciudadano Ilustre por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y también Mayor Notable de la Argentina por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Nacido en Nogoyá, Entre Ríos, el 13 de julio de 1924, falleció en Buenos Aires el 28 de mayo de 2006. Fue autor de varias docenas de obras, y sostenía que si bien han ido desapareciendo las grandes figuras representativas del revisionismo, la obra que han dejado es suficiente para cuestionar la monumental versión liberal de la historia sostenida por infinidad de autores y divulgadores en todos los formatos y funcional a los intereses del poder cuya ideología representan.

le hice una nota a Félix Luna como a uno de los historiadores...
-Sí, difusor de...
-...más conocidos
-Noo, más comercial. Más difundido, no hay duda. No hay duda, todo el mundo conoce a Félix Luna.
-Y la última vez le hice una nota a Alejandro Vallejos, el gran maestre de la masonería, que estuvo por Rosario.
-Ni idea.
-Tanto como para reflejar las distintas corrientes.
-Sí, pero está bien. Son distintas visiones.

-Cuando hablé con Félix Luna y tocamos el tema del revisionismo, él dijo que el revisionismo ya no existe como corriente actual.
-Bueno, yo te digo que a mí el término “revisionismo” nunca me convenció. Porque se lo aplicó con un sentido político durante la década del 30. Yo lo llamo la “Nueva escuela histórica”, que viene del siglo pasado. Los que inician la revisión de la historia liberal trabajaron en el siglo XIX: Saldías, Quesada, Corvalán, Mendilaharsu... Todos ellos escribieron a partir de la década de 1880, 1890. Y hay toda una nueva escuela histórica que no sólo empieza con Saldías sino también con Alberdi, si uno quiere buscar más atrás. Alberdi también revisó a la historia. En los “Escritos póstumos” de Alberdi, que nadie consulta y que son trece volúmenes, ahí él revisa toda la historia liberal. Pero esto trata de un revisionismo que tiene que ver con la etapa rosista. Pero hay también un revisionismo que no hace hincapié exclusivamente en Rosas. Porque hay etapas en la historia argentina, como la de después de Caseros, que también hubo que revisarlas. Yo me he especializado más en la etapa posterior a Caseros, porque era la menos trabajada. Porque los llamados revisionistas, del Instituto Juan Manuel de Rosas, ¿no es cierto?, se ocuparon mucho de la época de la Federación, de la época de Rosas, y no le dieron ninguna importancia a lo que vino después.

-Y usted trabajó la etapa posterior.
-Yo trabajé “Vida del Chacho”, “José Hernández”, mi bibliografía, ¿no es cierto?, que son etapas que tienen que ver con después de Caseros. Más que nada historia de la cultura, historia de las ideas. Mi biografía sobre Hernández cambió totalmente la imagen de José Hernández, porque se decía que no había documentación y yo demostré que había documentación a patadas y que no había sido buscada, que no había sido investigada. Y el libro “Vida del Chacho” también tuvo mucha importancia.
-Ese período, de liberalismo, ¿también está muy ligado a la masonería?
-Ah, no. Sí, claro. Está ligado a la masonería, que era muy fuerte en esa etapa. La mano inglesa, digamos. La alianza, lo que el historiador inglés Collin Lewis llama “la conexión anglo-argentina” viene acompañada por una minoría con sus organismos secretos, que es la masonería, para enrolar fuerzas, sobre todo empresarios, militares, marinos... La marina, bueno, ni qué hablar que fue copada por la masonería. Los ferrocarriles tenían una gran fuerza y en los ferrocarriles la masonería era importante: no se salía de peón, no se pasaba a capataz si no se enrolaba en la masonería. Del ferrocarril inglés le estoy hablando, ¿eh? De manera que esto habla del peso que tuvo o que tenía. Hoy no lo tiene. La verdad es que hoy hay otras corporaciones que hacen que el peso del poder esté en otro lado.

-¿Por qué perdió ese peso?
-Bueno, porque la economía los desplazó. El poder económico, el poder de la usura, el poder financiero desplazó estas fuerzas que eran ideológicas y políticas.

-Estaban antes de Caseros y después de Caseros.
-Sí, sí. Continuó. Y a Urquiza lo enrolaron y le dieron directamente el grado 33 acá en la calle Cangallo que ahora es Perón, en la Gran Logia.

-Con Félix Luna vimos esto que de 1852 a 1912, hasta la Ley Sáenz Peña, prácticamente todos los presidentes fueron masones.
-Sí, sí, si. Sí, y además con ignorancia de la soberanía del pueblo, porque no había voto. No había documentos para votar tampoco (ríe). Y el fraude era una institución. El fraude era una institución. Y un presidente dejaba sucesores, ¿no? Había toda una sucesión en el gobierno.

-Un presidente ya sabía quién iba a venir después.
-Sí, un pariente o un amigo.

-Bueno, Sarmiento cuando viajó a Estados Unidos le dijo a Mitre que se acuerde que el próximo presidente tenía que ser él.
-Claro, cuando él estaba allá el que lanzó la candidatura fue Lucio Mansilla, que estaba en el ejército de la guerra del Paraguay. La candidatura de Sarmiento se lanzó desde el Ejército que peleó contra los paraguayos. Y fue Mansilla el que lanzó la idea. Lucio Victorio Mansilla.
-Que era masón también.
-Sí, sí, sí. Y que quiso ser ministro de guerra de Sarmiento. Y cuando fue porque lo llamó para hablar con él, Sarmiento, de arriba, le dijo: “No, no, no. Ministro no. Con un loco ya basta y sobra”.

-Mansilla murió en Francia.
-Sí, ahora, como escritor, no hay dudas, era excelente.

-Sí, tiene las “Causeries”...
-Sí, y de Rosas cuenta muchas cosas. El libro de él sobre Rosas es muy bueno. El tiene un “Rosas” donde habla mucho de la madre de Rosas y que la describe como una gran mujer. Después tiene “Una incursión a los indios ranqueles”. Todo lo de él es bueno. Tiene un montón de trabajos. Es meritorio Mansilla.

-Esta revisión de la historia, en principio me parece que no es exclusiva de Argentina. Los franceses también tienen su revisionismo...
-Sí, sí, sí. Y los brasileños. Curiosamente, en Brasil, los que iniciaron la revisión de la historia fueron los positivistas brasileños. Los positivistas brasileños, que como ocurre en Brasil son muy brasileños, de cualquier color o ideología que sean, primero son brasileños, reivindicaron las misiones jesuíticas, las tareas de los jesuitas en la república guaraní. Es un caso muy curioso el de Brasil.

-¿Y esa revisión se hace en Argentina en función de que había una historia falsificada?
-Claro, sí, puesta al servicio del poder de turno. Había una historia como acompañando al poder, al proyecto de país. Y, desde la escuela, no había más que una sola voz: estaban los “ángeles” y los “demonios”, y a los “demonios” ni se los mencionaba. Todos aquellos que habían cuestionado el proyecto de Argentina y se habían rebelado de una u otra manera, ¡chau, a la basura! Esta fue la visión. Era más que tergiversación: era omisión. Hacer ignorar lo que no convenía. Más que una historia falsificada era una historia omitida. Ramón Doll tiene una imagen muy ilustrativa: dice que la historia argentina, la escrita, es como un inmenso témpano flotante, donde lo principal está sumergido bajo la linea de flotación. Y lo que se ve, que es la historia escrita, es el pedacito más chiquito de arriba.

-Porque cuando se dice que hay que conocer la historia para no repetir los errores del pasado, hay que saber de qué historia estamos hablando.
-Sí, es una frase hecha. Yo por ahí lo he escrito y lo sostengo: no hay una historia objetiva, en propiedad, escrita. Porque el que escribe la historia es un sujeto que piensa, siente, tiene una filosofía, cree o no cree, y de acuerdo a ese sujeto elabora. Entonces, la historia objetiva es lo que sucede, lo que ocurre, pero eso que ocurre, si uno lo ve desde arriba, lo ve del costado, lo ve de atrás o lo ve de acuerdo a la distancia en que se pone, cambia la versión.

-Bueno, pero una cosa es la subjetividad con la que cada uno puede escribir y otra cosa es tergiversar u ocultar...
-Claro, porque fíjese: aun tratando de ser objetivo, va a preferir cosas que le gustan, que le son afines, y va a dejar a un lado cosas que no le gustan. Esto es inconsciente, la carga subconsciente, no es nada raro, no es extraño, es explicable.

-Bueno, pero otra cosa es hacer una historia política como por ahí hizo el liberalismo, tergiversando y ocultando. Porque además de la subjetividad se suma eso.
-Sí, sí. Hay tergiversaciones. No tantas, pero hay; se han tergiversado hechos.

-Esto, por ejemplo, que decían que se habían olvidado de la guerra con Brasil, o la imagen que dieron de Rosas...
-O la imagen que dieron de la guerra con el Paraguay, de la Triple Alianza. Pero claro que ahí ya estaba la mano del Imperio, estaba la mano inglesa detrás de la Triple Alianza. Usted sabe que el tratado de la Triple Alianza, el original, está en inglés. Después fue puesto en castellano. Porque la Guerra del Paraguay se desata por una causa económica: la Guerra de Secesión norteamericana hace que no llegue más algodón a la industria inglesa, a las fábricas inglesas. Se quedan sin algodón. Entonces, los ingleses comienzan a buscar por el mundo en qué lugar se podía plantar algodón. En qué lugar. Y vienen acá. Y el cónsul inglés en Rosario, Hutchinson, tiene un libro sobre eso, descubre que en Santiago del estero se puede plantar algodón del común y del fibra larga y que da lo más bien. Y entonces planea plantar algodón en Santiago del Estero. Se hace una suerte de piedra fundamental, se pone, y se comienza a buscar capitales.

-¿Adónde ponen la piedra fundamental?
-Junto al río Salado, creo. No recuerdo ahora. Está todo escrito, yo por ahí lo he escrito a eso. Pero ¿qué pasa?, que se estudian los salarios y resulta que la mano de obra criolla, argentina, y del interior, era muy alta comparada con los sueldos que pagaban ellos en Inglaterra a los obreros. Entonces tenían que canalizar el río Salado, se proyectó canalizar el río salado, para traer hacia Rosario más rápido el algodón, porque en carreta era una cosa muy lenta. Pero era muy caro, y entonces no hubo ni navegación del río Salado ni plantación de algodón. Y entonces dijeron: “¿Y ahora adónde? ¡En Paraguay!”. Pero en Paraguay había un muchacho que no era fácil de seducir, que era Francisco Solano López. Y entonces comenzaron a hacerle campaña los diarios de Buenos Aires contra Solano López. Porque la guerra, para Mitre, se hace no contra el Paraguay sino contra Solano López, porque había que sacarlo por el tema del algodón. Así es el origen de la guerra. Y bueno, después se desató y siguió adelante.
-Fue una masacre.
-Siiiiii. Es un escándalo. Fue un escándalo. Y la conducción militar argentina fue desastrosa. Mitre fue un desastre como conductor de la guerra. De parte de la Triple Alianza peleaban los argentinos, los colorados uruguayos y Brasil, y detrás Inglaterra, y todos contra los paraguayos. Y atrás de todo estaba Inglaterra, porque el ataque a Paysandú, que se produce previo a la Guerra del Paraguay, en el 64, detrás están los ingleses, porque Paysandú era también uno de los blancos, y de ahí viene la guerra con los paraguayos.

-Lo nombraron ciudadano Ilustre.
-Sí, ahora, el 2 de octubre. Y me nombraron también el 22 de agosto, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, “Mayor notable de la Argentina” (muestra el diploma).


-Tiene también la firma de Irma Roy.
-Sí, porque está en la comisión de Cultura.

-¿Cómo comienza a dedicarse a la historia?
-Ahhh, bueno, pasó lo siguiente: de chico, en Entre Ríos, en la escuela primaria, desde luego, como ocurría y ocurre en todo el país, en Entre Ríos la figura importante era Urquiza. Yo soy de Nogoyá. Pero en mi familia ocurre lo siguiente: mi abuela paterna era uruguaya, de Paysandú. Había escapado con vida cuando el sitio del 64. Con dos hermanos se fue a Nogoyá y allí se unió primero con un Moreira y después, en segunda unión, con mi abuelo, don Tolentino Chávez. Y entonces mi familia era jordanista o por lo menos defendía a los blancos orientales y, desde luego, a los blancos entrerrianos. Y en la familia, por ejemplo, el primer marido de mi abuela, Santiago Moreira, fue teniente jordanista. Entonces, había mucho en la familia ligado no a Urquiza sino a López Jordán. Entonces a mí me quedó esa preocupación. Entonces, un día me dije “a ver, me voy a poner a buscar, a investigar en los papeles a ver cuál es la historia”. Y después, con el tiempo, trabajé con el Archivo General de la Nación, con el archivo de Urquiza, tuve en mis manos el archivo de López Jordán, que se salvó y que está en Paraná. Lo tenía don Aníbal Vásquez pero está en este momento salvado en el Archivo de Paraná. Está totalmente salvado. Después yo tenía otra parte del archivo de López Jordán que un nieto de él me había regalado y también lo regalé a Paraná. Me dejé copia pero les regalé los originales. De manera que así fue como comienzo a investigar. Investigando a López Jordán sale “Vida y muerte de López Jordán”, “Vida del Chacho”, “José Hernández periodista, político y poeta”... Porque mientras buscaba una cosa salía otra. Es lo que ocurre. Después hice también un trabajo muy serio y que si lo volviera a editar no le cambiaría una coma, sobre un historiador santafesino, José Luis Busaniche, una figura ya más cercana a nosotros. También trabajé con el archivo familiar. Ya no vivía él pero la viuda me facilitó todo para que trabajara.

-¿Y cómo llega usted a Buenos Aires?
-Ah, bueno, te cuento: yo estudié con los domínicos. Me llevó el padre Saldaña a Córdoba y comencé a estudiar en el colegio católico de Córdoba. Estudié filosofía con los dominicos acá en Buenos Aires, en Defensa y Belgrano, y después pasé a un colegio internacional dominicano de Cuzco, en Perú, donde pensaba seguir. Pero al tercer año de teología decidí volver a la Argentina. Así que en noviembre de 1946 me vine a Buenos Aires y ya me quedé definitivamente acá por razones de trabajo. Inmediatamente conseguí un trabajo en el periodismo y ahí ya me quedé. Fui primero redactor y estuve diez años en Clarín. Estuve también después del golpe del 76 en la Editorial Abril por cinco años, hasta 1981.

-Además de la liberal y la revisionista, ¿existen otras versiones de la historia?
-No, hay dos. Son dos. En la Argentina son dos nomás. En la Argentina es un caso especial esto que estamos hablando. Los brasileños no tienen problema. Claro que ellos no tuvieron guerra civil. Ellos pasaron de la monarquía a la república sin disparar un tiro. En cambio acá... Chile tampoco tuvo guerra civil, entonces la visión chilena es distinta, de la clase dirigente y demás.

-De todos modos, la Revolución de 1810, este paso al inicio de la formación de una República, está muy marcado por la falta de representatividad, eran apenas un poco más de cien personas.
-Claro, lo que pasa es que dentro de la institución española el Cabildo era el organismo más fuerte, con más personalidad. Tanto que tenía fueros especiales: podía dirigirse directamente al rey de España sin pedir permiso al gobernador, y ocurrió muchas veces, y hasta se quejaban del gobernador. Esto pasaba en toda América, porque todos los movimientos de emancipación se hicieron desde el Cabildo, desde México hasta Santiago de Chile y Buenos Aires.

-¿Tuvo ahí mucha participación la masonería?
-No, ahí hay exageración. Hay exageración. No, no, no. Fue un proceso natural en el que tuvo mucha influencia la última etapa de la escolástica en España -del padre Victorio y del padre Suárez- y de los comuneros, y que decían: “Si el rey no puede gobernar, la soberanía vuelve al pueblo”. Eso es lo que se discute en Charcas y Chuquisaca y luego en La Paz, luego en Chile y luego en Buenos Aires, en todos lados. Y en Buenos Aires el 22 de mayo, no el 25. Es el 22 de mayo el que tiene importancia, porque dicen: “¿Qué hacemos ahora que no hay rey?. La soberanía vuelve al pueblo. Bueno, entonces decidamos”, dijo la Junta. Junta, como en España.

-Bueno, pero ahí estaban Saavedra y demás que estaban en vinculación con los ingleses o con las logias inglesas, como lo sostiene el mismo Alexander Gillespie.
-Bueno, es que Inglaterra tenía mucha presencia. Los Borbones se arreglan con los ingleses. La apertura del puerto de Buenos Aires al comercio inglés es dispuesta por el rey de España y lo hace el virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros. De modo que no tiene nada que ver la libertad de comercio con la Revolución de Mayo, si ya estaba impuesto el libre comercio, antes de la Revolución de Mayo. No, lo decisivo fue la carencia del rey.

-Ahora, ¿tan fácil resultó? ¿Porqué no mandaron los españoles o los franceses 20 barcos...
-No, no se olvide que Fernando VII estaba prisionero de los franceses y recién vuelve en 1814 a España.

-Bueno, pero ¿cómo los franceses no reclaman con más vehemencia las colonias españolas cuando Fernando VII estuvo prisionero?
-No, no. No hubo eso. No, porque acá estaban aliados de los ingleses, había una buena relación, y ya el comercio inglés... si lo que les interesaba de Buenos Aires, del puerto, era el comercio. Ahí se forma, comienza la burguesía mercantil porteña, portuaria.

-¿Esa burguesía porteña después quiere mantener la misma estructura colonial de los españoles tomando a las provincias como colonias de Buenos Aires?
-Sí, claro, había un centralismo, que viene sobre todo de los Borbones. El famoso decreto de las intendencias que querían crear intendencias agrupando provincias y era para quitarles fueros a los cabildos. Así, a cada provincia le quitaban poder, haciendo la Intendencia. Porque la fundía. Fracasó, porque eso fracasó también en España. Los Borbones hicieron en España lo de las intendencias y fracasaron porque la gente no quizo saber nada, y acá tampoco.

-Bueno, pero después Buenos Aires quiso aplicar...
-Ah, no, sí, claro. Eran contradictorios los intereses de Buenos Aires o del puerto con los del interior del país. Porque la economía del interior del país tenía mucha fuerza...

-Y Rosas y los federales querían imponer un sistema federalista tipo EEUU.
-Claro.

-¿Y nunca se formó una especie de Acta acuerdo o de propuesta? ¿Existe algún escrito histórico donde esté planteado este tema?
-Claro, sí. El pacto federal de 1831, que se firmó en Santa Fe.

-¿Quiénes integraban ese pacto?
-Las cuatro provincias litorales, pero adhirieron nueve provincias más. Fue la idea de Artigas, es decir, de la Liga de los Pueblos Libres. Aunque a Artigas lo hacen desaparecer, pero de todas maneras la idea quedó. A pesar de las diferencias de los federales, caso de López, Ramírez y Artigas, igual quedó la idea. Bustos en Córdoba, estaba Ibarra en Santiago del estero, y otros en el interior del país.

-Buscaban las autonomías provinciales, pero ¿cómo se reunían?
-Y la carta de Rosas que le escribe a Quiroga, la carta de la Hacienda de Figueroa, que no le dan pelota, y que es una larguísima carta, es un tratado político donde él dice que porqué no se puede apurar la unión. Primero, dice, hay que lograr que cada zona, que cada provincia, se organice, y una vez que las provincias estén organizadas, recién se puede juntar todo para hacer el país.
-¿Dónde se puede leer esa carta?
-Está en un libro que voy a publicar ahora que se llama “Herbert, el alemán matero”. Herbert, el creador del historicismo, y ahí le dedico un capítulo a Rosas historicista, a todos los historicistas argentinos, y ahí pongo entera la carta de la Hacienda de Figueroa. Se puede hacer un estudio cotejando las “Bases” de Alberdi y las ideas de Rosas, y es exactamente igual. El discurso de Alberdi en el salón de Marcos Sastre y la carta de la Hacienda de Figueroa dicen lo mismo.

-Pero la idea que tiene Alberdi de traer inmigrantes y, como después lo tomó Roca, de eliminar a los indios, no tiene nada que ver con Rosas.
-Ah, no, claro que no. Rosas tuvo indios enemigos e indios amigos, eso está claro.

-Pero él trataba de integrar a los indios...
-Sí, sí, sí, al proyecto de país. Y de hecho trabajaron con él.

-Incluso la famosa campaña al desierto de Rosas no fue agresiva. Fue más bien darles tareas como defender los límites con Chile.
-Sí, no fue agresiva. Rosas tiene tres trabajos interesantes. Uno sobre la gramática de la lengua pampa, que está publicado, y después las “Instrucciones a los mayordomos de estancias” e “Instrucciones a los dueños de chacras”, que es menos conocido pero que acaban de hacer una edición. Es muy interesante, porque al Rosas agricultor nadie lo toca. Había sesenta arados trabajando en San Miguel del Monte. Y Darwin dice, cuando cuenta la entrevista con Rosas, que Rosas fue uno de los mayores productores de trigo. Darwin se encontró con Rosas dos veces. Una vino hasta acá, hasta Los Cerrillos y la otra fue allá, en el Río Colorado.

-Una vez leí a un autor que hablaba de Alberdi...
-En Alberdi hay cosas contradictorias, no hay duda, pero tiene también cosas brillantes. Alberdi tiene distintos momentos: de rosista o profederal, en el 37, en el salón de Marcos Sastre, en esos discursos que yo le nombré, y después se...(da vuelta el cassete).

-En el 37...
-Claro, se quedaron desubicados, Echeverría y todos. Pero hay cosas que no se dicen. Por ejemplo, Esteban Echeverría tiene un texto, el poema “Avellaneda”, que es la historia de Marcos Avellaneda, que es la reivindicación de todo su pensamiento de la ilustración. Y no es antirrosista. Ahí es donde califica a Lavalle como “espada sin cabeza”.

-Alberdi proponía que “gobernar es poblar”, pero si no hubieran matado a todos los indios...
-No, pero si Alberdi nunca habló contra los indios.

-No, pero indirectamente sí. Planteaba que había que traer inmigración. Fue funcional, como se dice ahora, al discurso de Roca.
-Igual que Sarmiento, igual que Sarmiento. Sarmiento también. Después Sarmiento se volvió racista: antijudío, antiárabe, antiespañol, anti “bachichas”, que eran los italianos. Odiaba más a los italianos que a todos los demás. Acá los que atacan tanto el antisemitismo nunca se detienen en Sarmiento. Se detienen en “Hugo Wast”, en Martínez Suviría. La vez pasada uno escribió una carta en Página/12 pidiendo que se le sacaran el nombre de "Martínez Zuviría" que tiene una calle por acá, por el puerto, por su antisemitismo. Entonces yo le mandé una carta diciéndole que también había que quitarle los nombres que tiene Sarmiento acá, si era por eso.

-¿Usted no se definiría entonces como revisionista?
-No, no me gusta el término.

-¿Cómo se definiría entonces?
-De la Nueva Escuela Histórica. Que comienza con hombres del partido radical la revisión de la historia. Quesada fue radical, Saldías también, ministro de Bernardo de Irigoyen.

-Ahora, ¿cómo encaja todo esto? Porque Yrigoyen, Alem, venían de las logias, ¿no?
-Pero Yrigoyen no era masón. Alem fue masón, Hernández fue masón.

-Pero los masones dicen que Yrigoyen era...
-No, no, no. Ni Rosas, ni Perón ni Yrigoyen fueron masones.


-Pero dicen que Yrigoyen sí.
-No, no. No hay ningún documento. Alem sí.

-Hay un libro de un historiador masón que fue grado 33 y que se llama “La masonería en la historia Argentina”...
-Sí, pero ahí él mete a muchos que no fueron masones.

-A San Martín, por ejemplo, ¿usted cómo lo considera?
-No, porque la sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz no fue masónica. Acá viene la cosa. San Martín perteneció a la Sociedad de Caballeros Racionales que fundó Alvear en Cádiz, donde reunió a todos los americanos que estaban en España y en Europa para que se vinieran a América para apoyar los movimientos de emancipación. Pero defendían a la Iglesia Católica. Y cuando Alvear planteó la afiliación a la Gran Logia de Londres, por mayoría dijeron: “No”. Esto está documentado por un miembro, un padre, un sacerdote domínico mexicano que fue compañero de San Martín y de todos los hombres de la Sociedad de los Caballeros Racionales. Y la Lautaro no fue más que una repetición de la Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz. Pero la logia Lautaro no estuvo afiliada nunca. Hay un pronunciamiento de la masonería británica donde dice que no hay ningún registro de San Martín en las logias inglesas.

-Bueno, pero cuando viene en la Jorge Cagnin, todos los que venían con él eran masones.
-Y bueno pero si no había barcos que no fueran ingleses.

-Bueno, pero vino con Holmberg y todos los que figuran ahí en La Gazeta...
-Bueno, eran gente que querían trabajar por la emancipación, por la independencia. En Cádiz estaban de toda América, no de la Argentina y del Uruguay solamente. De toda América del Sur. Fray Servando Teresa de Miére era el padre franciscano que le hicieron un juicio en México y ahí cuenta todo lo que le estoy diciendo. Está publicado eso. Se declara, dentro del estatuto (de la Sociedad de Caballeros Racionales de Cádiz), la defensa de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Eso contradice que sea masónica.

-Esta Nueva Escuela Histórica, como usted la llama, está muy relacionada con la Iglesia.
-Sí, parte sí y parte no. Bueno, hubo historiadores importantísimos revisionistas como el padre Guillermo Furlong que tiene una obra extraordinaria, es de los grandes historiadores. El padre Cayetano Bruno, que era otro salesiano. Eran muy serios, trabajaron en archivos...

-¿Usted encuentra relación entre la historia del rosismo con el peronismo?
-No, porque vino después.

-Bueno, Rosas buscaba la participación popular y después es como que se corta...
-Sí, sí, es así. El tema entre el peronismo y Rosas es interesante porque Perón, para crear su movimiento, tuvo que juntar de todo: liberales, masones, de todo. Había masones también.

-Sí, Tessaire.
-Claro, Tessaire y los de Mendoza, los mendocinos. Y entonces él, mientras gobernó, no planteó el tema de Rosas, porque los siete u ocho ministros que tenía eran liberales.

-En la primera presidencia.
-Claro, comenzando por Pistarini, que por eso le puso los nombres de liberales a los ferrocarriles.Y Perón no lo corrigió porque no quería tener problemas. Un día yo a Evita, en las comidas que hacíamos, le dije: “Señora, ¿usted sabe cómo se enseña la historia en las escuelas?”. “¿Cómo no voy a saber?”, me dijo, “¿Cómo no voy a saber las cosas que se dicen de Rosas? Pero, Fermín, nosotros no podemos tocar este tema porque vamos a dividir al peronismo”. Y yo me avivé que sí, que era cierto. Porque había algunos pocos rosistas dentro del peronismo, diputados como Alberto Palacio. Pepe Rosa no era peronista. Después del 55 se hizo peronista. Y así muchos. Ahora, tras la caída del 55, hasta Perón se hizo rosista. El primer libro donde Perón reivindica a Rosas es “Los vendepatria”, publicado en 1957. Ahí ya habla directamente de Rosas y define a Caseros como una derrota nacional.

-¿Estuvo arreglada en las logias la batalla de Caseros?
-Y bueno, sí, porque era una alianza entre el partido liberal de Mitre y de Alsina, que eran masones, y Urquiza que lo iban a hacer después grado 33, años después. Caseros fue en el 52 y entre el 56 y 57 lo trajeron a Urquiza a Buenos Aires. Siendo presidente de la Confederación, a Derqui y a él los trajeron a la Gran Logia. Y ahí habló Mitre y habló Sarmiento y ahí fue donde los instituyeron, directamente, como grado 33.

-¿También el que llaman “el trotecito de Pavón” tuvo que ver con las logias?
-Sí, la retirada de Pavón tiene mucho que ver. Y también tiene mucho que ver con temas económicos, porque Urquiza ya había comenzado a vender carne de su saladero de Santa Cándida a Londres, y todo eso se lo tramitaban en Buenos AIres los liberales a través del Banco de Londres, y entonces quedó “pegado”. Yo tengo un trabajo sobre eso: “Causas económicas del pronunciamiento de Urquiza”.
-Después de Caseros, después de Pavón, todos los presidentes que vienen después, el famoso PAN, el Partido Autonomista Nacional, ¿hay trabajos de cómo se pasaban las presidencias uno con otro?
-Sí, hay. Está fragmentado pero hay.

-Porque es un escándalo de 60 años, del 52 al 12.
-Sí, claro. Y el fraude que viene después del 30 también, como si hubiera vuelto el siglo pasado. Se corta con la Ley Sáenz Peña y después, en el 30, vuelve después de Justo. No con Uriburu sino con Justo. Porque ahí hay que hacer una diferencia entre la etapa de Uriburu y la de Agustín P. Justo, que no es la misma cosa.

-El gran maestre de la masonería dijo que ellos, los masones, empezaron a perder mucho poder político a partir del golpe del 30.
-Tal vez sí por la presencia nacionalista, porque había mucha presencia nacionalista en la conspiración, comenzando por Leopoldo Lugones. Y continuó un tiempo después. Después se sintieron defraudados los nacionalistas y se fueron yendo; con Justo ya no estaban. Pero en la etapa de Justo sí lo acompañaron.

-¿También hay versiones de izquierda de la historia?
-Sí, hay, la marxista, pero coinciden con los liberales.

-¿Por qué coinciden con los liberales?
-Y, bueno, porque internacionalmente, el socialismo internacionalista, y sobre todo después de la guerra, está aliado de los paises ingleses.

-Tienen el mismo discurso.
-Sí, sí. Algunos cambian, como por ejemplo el caso de Eduardo Astesano. Tuvo su etapa muy antirrosista y después cambió. Después evolucionó. Y el mismo Puiggrós, que fue muy duro también, en la última etapa cambió bastante. Yo fui muy amigo de Puiggrós y él me llevó a la Universidad. Me hizo nombrar por su hija, Adriana, titular en filosofía y letras.

-¿Hoy qué representante tenemos de la izquierda marxista en historia?
-Hay un socialista que es Emilio Corbiére, que hizo un trabajo sobre la masonería. Corbiére es uno de los pocos que queda del tronco, del origen socialista. Escribe de historia pero ya ha evolucionado acercándose un poco al peronismo. Cumple funciones en el Congreso de la Nación, en el Senado.

-¿Pacho O´Donnel es también de la Nueva Escuela Histórica?
-Síííí. Está hecho un rosista Pacho. El programa de él (de televisión) es desparejo pero tiene cosas buenas. Y sobre todo sin García Hamilton. Reconoce las cosas con amplitud. O´Donnel es diputado de la ciudad de Buenos Aires. El me propuso, él es el autor del proyecto mío de Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires. Y después se enojó, estuvimos un poco distanciados porque yo le critiqué muy duro un programa que hizo sobre el Che Guevara donde lo hace aparecer a Pavón Pereyra, que fue el inventor de la inexistente entrevista entre Perón y Ernesto Guevara. Entonces yo le mandé una carta muy dura: “¿Por qué no leyeron a Perón? Si Perón lo cuenta en un reportaje de Carlos María Gutiérrez que él lo estuvo esperando pero que no pudo verlo porque no vino”. No estuvo con él. “Yo después le encargué a Jorge Antonio que lo viera”, dijo Perón. Y, efectivamente, Jorge, que vive y que está muy lúcido, dijo: “Sí, sí, yo lo vi por orden de Perón. Comí con él en Madrid, pero no lo vio el general".


-Y Pacho asumió como que esa entrevista se había producido.
-Sí, estuvieron ahí hablando de eso. Poco menos no estuvieron (Perón y el Che) en la televisión.

-Lo habrá hecho de buena fe.
-Sí, pero yo les mandé una carta tomándoles el pelo y le molestó.

-El gran maestre Vallejos, cuando le pregunté cómo andaba la lucha entre rosismo y antirrosismo me dijo que habían tenido una lucha hacía poco porque los rosistas le querían cambiar el nombre a un tramo de la avenida Sarmiento y le querían poner Juan Manuel de Rosas.
-Sí, claro, y el autor del proyecto es Pacho O´Donnel. Pero tiene más sentido que se llame Rosas porque Rosas creó todo eso. Rellenó todos esos terrenos. Toda esa parte de Palermo fue hecha por Rosas.

-¿Hay otros representantes como O´Donnel?
-¿Ahí?, sí, hay gente muy valiosa. Incluso hay un socialista, Fimbag, que es muy atinado y muy ubicado históricamente.

-¿Qué opina de Félix Luna?
-Bueno, Luna jamás pisó un archivo, yo pienso. Es buen escritor, ojo. Buen poeta, las canciones populares de él, las letras de él.

-Ahora, se da vuelta para todos lados.
-Ah, sí, es así. El tuvo un buen libro que se llamó “El 45”, donde están las entrevistas que él tuvo con Perón en Madrid, y después cometió un error político grave que fue “De Perón a Lanusse”, donde metió la pata porque creyó que Lanusse le ganaba el combate a Perón. Y ahí se quedó metido y comenzó a justificarse. A partir de ahí cambió.

-Es radical.
-Es de origen radical, sí. El escribe para vender.


-El justifica en un libro el fraude electoral del 52 al 12 como algo válido.
-Bueno, él tiene “Soy Roca”. Y bueno, Roca es el personaje clave.

-El dice que tenían razón porque la mayoría era analfabeta.
-Claro, no sabía votar la gente (se ríe). ¿Así que él cree que un analfabeto no puede votar? ¿Un doctor tiene que votar mejor? Los doctores, que analizaron mucho, se equivocaron.

-Con eso de “educar al soberano” lo que querían era asegurarse de que el poder iba siempre a quedar en manos de ellos.
-Claro.


-Ellos, con el evolucionismo, pensaban que si a un pueblo se lo educa tiende al liberalismo. Entonces, “eduquémoslos, y cuando llegue el momento en que se hagan todos liberales habramos el juego y llamemos a elecciones, y así nos aseguramos de que vamos a seguir permanentemente en el poder”.
-Claro, fijate que la primera elección, la del año 12, fue bien ilustrativa. La primera elección se hizo en el Litoral. Hubo elecciones primero en Entre Ríos y Santa Fe, y después recién las nacionales. Y ganó el partido opositor, el Partido Radical, que no tenía ningún diario, que no tenía nada. Un poco lo que pasó en el 45 y 46 con Perón, sin ningún diario a favor. Y la gente lo apoyó. Así que los descamisados, los sans cullotes no son tan desorientados.

-Los socialistas no estaban tan de acuerdo con la Ley Sáenz Peña porque consideraban que el pueblo tenía que hacerse primero liberal, según la ley de la evolución, para después hacerse socialista, así que como no había llegado todavía la etapa socialista, había socialistas que no estaban de acuerdo con el voto. Y está una famosa frase de Ingenieros...
-Sí, curiosamente Roque Sáenz Peña, cuando todavía no había sido electo, dice que el Partido Socialista tiene que tener representación en la legislatura argentina. El Partido Socialista tuvo una división que llevó al alejamiento de figuras importantes como Manuel Ugarte, porque Juan B. Justo seguía muy al pie de la letra a la internacional socialista; en cambio Jean Jeaurés, cuando hubo un congreso en las primeras décadas del siglo, dijo que los partidos socialistas tenían que ser nacionales, en cada país. Pero a eso se opusieron los socialistas internacionalistas. Y entonces Ugarte, que estuvo a favor de la tesis de Jeaurés, se fue. Y después también Palacios tuvo sus problemas.

-¿Los carbonari, en Italia, eran masones?
-Sí, pero de otra especie. No respondían a la Gran Logia de Londres. Era otra visión. Como la mafia. La mafia nace para luchar contra los franceses en el sur de Italia. Mafia significa Morte Ai Francesi Italia Annela. Ese es el origen y después deriva en otra cosa. Tiene un origen político de un grupo cerrado para luchar contra la ocupación francesa. Los masones son ingleses, allí se crean. Las primeras logias son trabajadores, albañiles.

-Ellos dicen que como estaban contra la monarquía eran la izquierda.
-Y, para la época sí.

-Después se vuelcan a la derecha. Después se vuelven la oligarquía que defiende los intereses liberales.
-Claro, después se estatizan, se institucionalizan. Y en la Revolución Francesa al final el que trae las instituciones fue Napoleón: el código, etcétera.

-¿No existe una historia donde se encuentre todo esto que estamos diciendo o que trate de hermanar a todas las corrientes?
-No.
-¿Porqué no existe?
-Y, bueno, los franceses han hecho una historia con una visión de franceses.
-¿Y en Argentina? Una historia que trate de hermanar a todas las corrientes diciendo la verdad, lo bueno y lo malo de cada uno, mostrando todo. Porque son bastante tendenciosas las que hay. Yo siento que hay tensión entre las corrientes.
-No, y además hay contradicción en los mismos personajes. Por ejemplo, Sarmiento está lleno de contradicciones. Hay un Sarmiento antiespañol, y después hay un Sarmiento que pronuncia un discurso para un 12 de octubre donde defiende el ejemplo hispánico, pero está contra los indios.
-Bueno, todos tenían una cintura bárbara. Y hay personajes como Sarmiento que era mentirosos y que se acomodaban...
-Son apasionados más que mentirosos.
-Sí, bueno, pero un apasionamiento que cambiaba a cada rato de rumbo.
-Sí, bueno, de acuerdo al momento, de acuerdo a las cirscunstancias toman una actitud. Pero hay una cosa en Sarmiento que yo lo escribí por ahí: desde un punto de vista fue honesto: no se llevó un mango de sus cargos. Y una vez le preguntaron porqué, y él dijo: “¿Cómo quieren que yo robe si Rosas, que gobernó tantos años, no se llevó ni un centavo?”.
-Claro, se llevó los archivos nomás.
-Se llevó solamente los papeles, y menos mal. Se cargó todos los papeles y se fue.

-Sí, también era honesto en el sentido de que decía cualquier barbaridad y no le importaba.
-Era un árabe, por parte de los Albarracín.

-Y mentía para todos lados.
-Sí, claro. En el “Facundo” le había agarrado la locura y en una dedicatoria que le hace a Alsina dice que tiene “errores ex profeso” el “Facundo”. Lo dice el propio autor.

-O cuando le dijo a Ramos Mejía que “no tome como oro de buena ley” todo lo que él había escrito.
-Sí, admitió que había inventado cosas. Domingo Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, porque el abuelo es Héctor Quiroga. Es un Quiroga, Sarmiento.

-De todos modos, también tiene sus expresiones bestiales, como cuando le escribe a Mitre después de Pavón...
-Ah, sí, “no hay que economizar sangre de gauchos”. Qué más quería el otro. Ahí sí hubo genocidio.
-¿López Jordán estuvo detrás del asesinato de Urquiza?
-No, él no quería. Lo que pasa es que el asesinato de Urquiza fue un accidente. Pudo haber habido un error en creer que lo podían tomar prisionero, pero la orden era ir y hacerlo renunciar como gobernador y, si no renunciaba, sacarlo de San José y llevarlo. Hay una reunión previa, que la cuenta un pariente de Urquiza, donde López Jordán dijo que tengan mucho cuidado que no vaya a haber nada que pueda hacer daño y ser contraproducente. El expediente de la muerte de Urquiza está en el Archivo General de la Nación, el expediente a José María Mosqueira, que es uno de los que fue de la partida. Y no se prueba nada de que hubiera habido orden de matarlo. Lo que pasó es esto: la guardia del palacio eran dos oficiales que estaban en combinación con los jordanistas y por eso abrieron las puertas. Entre los que venían en la partida había varios que habían sido peones y capataces; entre ellos estaba don Robustiano Vera, capataz de estancia de Urquiza. De manera que eran familiares, se conocían. Entonces ellos creyeron, ingenuamente, de que lo iban a poder fácilmente reducir. Cuando entraron, Urquiza fue y buscó un fusil, y cuando llegaron los primeros, ¡pum!, tiró, y le pegó a uno de la partida. Entonces otro de la partida le pegó un trabucazo en el pómulo y cayó. Ese trabucazo no lo mató, pero cayó al suelo. Y ya entonces la guardia que estaba cerca del palacio lo había rodeado. Entonces, estos muchachos se dijeron “de acá no salimos vivos”, y hubo un tiroteo, y entonces se le fueron encima a Urquiza y lo acuchillaron.

-Pero después mataron a los hijos de Urquiza.
-Sí, eso fue un error también, sí. Fueron unos correntinos, los Querencio, que habían sido traicionados por Urquiza y vengaron la traición. Urquiza los traicionó cuando hicieron que lo voltearan a Evaristo López en una revolución, desde Buenos Aires, hecha por los liberales, por los mitristas, y Urquiza los dejó en banda, los dejó solos, y así fue como lo voltearon a Evaristo López, y de eso los correntinos no se olvidaron. Eso fue en el 68, la revolución en Corrientes fue en el 68.
(Cambio de cinta) ...esto está en la correspondencia de Francisco Solano López, donde se habla de esta audiencia. Y la parte de Urquiza está en (inaudible) donde no lo permiten ver los militares. Yo lo quise ver y no pude, porque fueron cartas que tomaron los militares argentinos de todas las peleas de Solano López. Están acá, pero no lo dejan ver, porque dicen que es la prueba de la traición de un general argentino. Tenemos una historia mítica, claro que ayudó mucho el mito liberal también. La mitología liberal, que venía de otro lado, también se contagiaba. Hacían una historia mítica para apoyar al poder. Desde la escuela se sostenían otras cosas.

-¿Sigue ligado a instituciones religiosas?
-No, lo que pasa es que al padre Saldaña lo tengo aquí (muestra un dibujo) porque él es el que me sacó del campo, y yo sigo su camino. Y el padre Guillermo Butler (muestra otro dibujo) fue mi maestro de dibujo. Y éste es mi querido maestro, el padre Leonardo Castellani (muestra su foto), que fue castigado por Rivadavia. Y este es el gran genio Francisco de Paula Castañeda, el filósofo “Carancho”.

-¿Está escribiendo un libro ahora?
-Tres libros tengo. Hay dos en la imprenta. Le voy a mostrar las pruebas. (Trae uno). Título: “Alpargatas y libros”. Diccionario de peronistas de la cultura. Trae muchas biografías.

-No han quedado historiadores como usted. Como corriente ya no queda otro.
-No, en el Instituto Juan Manuel de Rosas hay actividad pero no hay ninguna gran figura.

-¿Qué pasó?
-Son tiempos. Igual hay mucho escrito.

-Pero es como que ha perdido vigencia.
-Sí, claro. Tuvo su momento de auge, por ejemplo la Historia Argentina de Pepe Rosa, que llegó a ser de 13 tomos, tuvo una difusión muy grande. Los Irazusta también tuvieron mucha difusión. Y nosotros le agregamos, con un grupo de gente de historia, a la “Historia” de Pepe Rosa cuatro tomos. Llegamos hasta el golpe del 76.

-Bueno, por eso es que Felix Luna dice que el revisionismo ha muerto.
-Es que si históricamente hubo una batalla, ya está ganada. Porque hasta la Academia Nacional de la Historia ha tenido que reconocerlo. Y el presidente de la Academia es un santafesino, De Marco, bastante equilibrado. Por lo menos a mí siempre me reconoció, y ha rectificado cosas que yo le he escrito.

-¿Usted nunca estuvo en la Academia Nacional de Historia?
-No. No me interesó, además. Incluso hubo una gente amiga que me dijo que me iba a proponer y yo le dije que bueno, pero que no creía que llegaran a decidirlo, y así fue. Yo conozco a uno de los miembros que es liberal pero que es amigo, que es Isidoro Ruiz Moreno.

-¿Y O’Donnell?
-Conmigo se portó, siendo él radical. Cuando él fue director de Cultura de la Municipalidad yo pasé un momento difícil por trabajo y me quiso llevar y yo le dije que no, que le agradecía pero que no con ese gobierno. Pero él me trató de ayudar.