Seleccion de Patriotas

lunes, 19 de diciembre de 2011

La discusión Histórica es siempre sobre el Presente

 
Por Hugo Presman
 
En nuestro país hay una historia oficial escrita por los triunfadores de la guerra civil del siglo XIX. Miles y miles de estudiantes aprendieron esa versión en los libros de Alfredo Bartolomé Grosso, de Astolfi, de Ibañez, de Romero.
Eran los divulgadores de la historia escrita por Bartolomé Mitre, que en su versión infantil la contaba e ilustraba la revista Billiken.
Eran, usando un lenguaje  actual,  los dueños del relato.
Los que convalidaban los argumentos y las razones de una Argentina agropecuaria inserta en el concierto mundial como proveedora primaria de la Inglaterra industrial que suministraba los productos industriales que necesitábamos.
Era la historia escrita por los vencedores que se asumían como la civilización que había derrotado a la barbarie representada en los caudillos provinciales.
Bajo esas denominaciones ostentosas y falsas se ocultaba lo esencial: los
triunfadores eran los comerciantes importadores del puerto de Buenos Aires y los hacendados de la provincia. Mitre colocó de un mismo lado a adversarios irreconciliables como Rivadavia y San Martín.
El fundador de "La Nación" representaba los mismos intereses  portuarios que aquel al que calificó generosamente como " el más grande hombre civil en la tierra de los argentinos": es decir Bernardino Rivadavia.
La visión de ambos era pequeña y estrecha.  Era la de un país pequeño prolongación colonial de Europa.  Despreciaban a las provincias y carecían de la idea continental de San Martín, Artigas, Monteagudo, Moreno, Felipe Varela o Bolívar. Mitre en representación de los comerciantes del Puerto de Montevideo y Buenos Aires y en alianza con la nobleza portuguesa asentada en el Brasil, subordinada a Inglaterra, consumaron uno de los genocidios más notables del siglo XIX, arrasando el Paraguay, el estado más desarrollado de entonces, que lo había logrado con un férreo proteccionismo alejado a las banderas librecambistas portuarias y mitristas.
Juan Bautista Alberdi, el más notable analista de la segunda mitad del siglo XIX, cuya crítica al general que comandó las tropas en la guerra de la Triple Infamia , es una de las más certeras y lapidarias.
El notable tucumano reflexionaba sobre historia, actualidad y política escribiendo: "Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha que juzgar el pasado no es otra cosa que ocuparse del presente. Si así no fuere, la historia no tendría interés ni objeto. Falsificad el sentido de la historia y pervertís por el hecho toda la política. La falsa historia es origen de la falsa política"
La creación de un Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego ha alborotado a los sostenedores y
beneficiarios de la historia oficial.
Los neomitristas académicos, Mirta Zaida Lobato, Hilda Sábato y Juan Suriano que se cobijan bajo la figura de Tulio Halperín Donghi, que calificó al peronismo con la poca académica denominación de mamarracho, emitieron un comunicado en el que afirman: "El decreto pone al desnudo un absoluto desconocimiento y una desvalorización prejuiciosa de la amplia producción historiográfica que se realiza en el marco de las instituciones científicas del país - universidades y organismos dependientes del Conicet, entre otras- siguiendo las pautas que impone esa disciplina científica pero a su vez respondiendo a perspectivas teóricas y metodológicas diversas"
Beatriz Sarlo, desde las páginas de La Nación, donde es columnista destacada escribió bajo el título de "Puede ser arcaico, o puede ser peligroso": ". El Instituto de Doctrina podría convertirse en un rincón arcaico y polvoriento. Pero también podría ser un centro que  irradie su "historia" a la escuela. Allí se convertiría en algo más peligroso."
En cualquier nivel de enseñanza, se deben abrir el juego a todas las interpretaciones históricas.   Es llamativo que a la republicana escritora no le resulte arcaico y peligroso que los alumnos sólo accedan a la versión oficial, esa que configuró el fundador del diario al que defiende en forma solapada. Luis Alberto Romero, el hijo José Luis Romero,  rector interventor de la Universidad de Buenos Aires de la Revolución Fusiladora expresó: " El Estado asume como doctrina oficial la versión revisionista del pasado. Descalifica a los historiadores formados en sus universidades y encomienda el esclarecimiento de "la verdad histórica" a un grupo de personas carentes de calificaciones. El Instituto debe inculcar esa "verdad" con métodos que recuerdan las prácticas totalitarias. Palabras, quizás, pero luego vienen los hechos".
Fabián Bosoer desde Clarín, bajo el título "Sintonía fina en la historia"escribió: "La presidenta explicó días atrás, en su discurso en la UIA, la diferencia entre Argentina y los EE.UU: "Nosotros perdimos en Caseros; ellos ganaron la Guerra de Secesión, y por eso fueron la potencia industrial más fuerte del mundo".
  Bosoer le contesta: "Acaso la diferencia principal no sea que allí ganaron los que aquí perdieron sino que allí la guerra civil terminó en el siglo XIX, mientras  aquí continúo de distintas formas a lo largo de nuestra historia; hoy reactualizado bajo la forma de "batalla de los relatos".
  El periodista de Clarín parece ignorar que el modelo triunfante a partir de
la batalla de Pavón (1861), combate inexistente que Mitre ganó porque Urquiza se retiró sin luchar, y que dio inicio a una cacería en las provincias norteñas por los coroneles del traductor de la Divina Comedia.
  Esos dos modelos en pugna, en un equilibrio inestable, tienen historias diferentes y referentes antagónicos.
  Cuando fue derrocado el peronismo en 1955, los triunfadores reivindicaron la línea Mayo-Caseros, identificando a Perón con Rosas  y la denominaron "la segunda tiranía".
  La misma línea levantaron en forma implícita los golpes de 1966 y 1976, todos ellos apoyados por el diario La Nación, el guardaespaldas que dejó Bartolomé Mitre y desde donde diferentes escribas e historiadores dan clases de republicanismo y de ética histórica. 
También será resistencia hacer y hacerse preguntas incómodas: ¿por qué a Jauretche, a Scalabrini Ortiz, a Abelardo Ramos prácticamente no se estudia en las universidades nacionales?
  ¿Por qué personajes tan cuestionables, tan funcionales  a la dominación imperial económica, política y cultural se los exalta hasta el procerato y a alguno hasta se le honra  con la avenida más larga del mundo?
  ¿O será justamente por eso que se los exalta?
  Convencernos que abjurar de nuestro nacionalismo o confundiéndolo con chauvinismo, fascismo, es hacerle el campo orégano a los nacionalismos codiciosos de los imperios...
  Es positiva la creación del Instituto, más allá de las debilidades políticase históricas de su presidente.
  La reacción de los beneficiarios de la historia oficial es lógica y reafirma la posición habitual de esos sectores que sólo son democráticos en la medida que sólo ellos puedan expresarse.
  No se está discutiendo sólo el pasado, sino fundamentalmente el presente.
  Ese que le produce escozor al republicano periodista Nelson Castro, o pone
histérico al propagandista  primariamente liberal Marcelo Longobardi.
Es preciso tener siempre presente aquel proverbio africano: "Hasta que los
leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacerías seguirán
glorificando al cazador"
  Hace muchos años, el escritor británico George Orwell, aquél de "Rebelión
en la Granja" y "1984" describía lo que aquí se ha intentado de explicar en
una frase  de notable precisión: "Quien controla el pasado controla el
futuro: quien controla el presente controla el pasado"

domingo, 18 de diciembre de 2011

Crisis 2008, Marx y Perón

Por Enrique Oliva

Vale la pena agregar algunas consideraciones más a la justa apreciación de Marx sobre las crisis del capitalismo tal como se evidenció en 1929 y en la actualidad. En mi nota del 22 de este mes de marzo del 2008, transcribía unas líneas por él escritas en 1867 en su obra El Capital. Al respecto es de recordar que Marx murió en 1883. Es decir, 46 años antes de la crisis de 1929.
Es sabido que  Marx  popularizó la expresión alemana “lumpen”, incorporada al diccionario de la Real Academia Española, definiéndola como “capa social más baja sin conciencia de clase”. El término lo usó  contra México, al justificar la invasión y anexión a sangre y fuego de la mitad de su territorio a mediados del siglo XIX por parte de EEUU.
Es que Marx estaba convencido, e insistía vehementemente en ello, que la revolución de clases comenzaría en un país industrial avanzado, dando por probables a Inglaterra, Alemania o Estados Unidos. No creía en la capacidad revolucionaria de pueblos mayoritarios de lumpenproletarios. Por eso cuando unos socialistas le hablaron de intentarlo en Rusia, consideró la idea disparatada.
Creo necesario pensar que esta crisis actual puede llegar, como abundan las opiniones en esa dirección, a provocar el comienzo del fin del capitalismo salvaje. El desempleo y hambre genera, como lo vemos en la historia del siglo pasado, convulsiones caóticas que pueden llevar al poder a oportunistas con fuerzas políticas minoritarias pero con el dominio de las calles. Eso se dio con la revolución rusa y el nazismo germano, que sin contar ninguno de ellos con mayoría para llegar por vía eleccionaria al gobierno, tanto los bolcheviques como los nazis lo lograron. ¿O NO?    

El caso Juan Perón: Sin especulación política alguna, me atrevo a arriesgar el ridículo  ante la tilinguería reinante, por recordar cómo y porqué el General Juan Perón  fue plebiscitado por tercera vez presidente, hasta con votos de ex enemigos acérrimos: por ser  el único político estimado con influencia real y capacidad de lograr un mínimo de orden para encaminar al país con la consigna popular de “ni yanquis ni marxistas, peronistas”.          Además, Perón poseía la autoría de las tres banderas que siguen significando toda una  genial síntesis de política nacional expresada en seis palabras: soberanía política, independencia económica, justicia social. Desgraciadamente la muerte se lo impidió y volvimos a las desuniones. Pero sigue vivo su ejemplo, dejando la opción inevitable de que “el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”. ¡No queda tiempo para vacilaciones!

Interrogantes para un futuro cercano
¿A nadie se le ocurre que pueda repetirse en este siglo, o mañana o pasado, porque al punto determinante del inicio de las revoluciones no se les puede dar fecha precisa?
¿Es descabellado suponer la repetición de que, una situación  caótica generada en un gran país industrializado desemboque en una crisis a nivel planetario?  ¿Estamos los argentinos preparados para unirnos entre nosotros con un mínimo de políticas de estado para salir lo mejor librados posible de los males que afectarán al mundo, convenciéndonos que nuestra vía es la Patria Grande Suramericana que soñaron San Martín y Bolívar?  Esta posibilidad se hace más creíble por la carencia en estos momentos dramáticos de verdaderos estadistas a niveles internacionales, con el agravante de poseer cabezas nucleares.  La caída de un  dólar sin respaldo por el exceso de emisión descontrolada, con masiva desocupación, carencia de techos familiares, saqueos de hambrientos y encima discriminaciones raciales ¿no crearían el momento sorpresa de una revolución surgida de las calles, o una alteración caótica en algún país altamente industrializado, como pensaba Marx?     

jueves, 8 de diciembre de 2011

Pepe Rosa nos enseña quien fue Mitre...

"Cuando empieza a actuar en el año 52 en Buenos Aires, lo va a seguir esa juventud que ha si­do rosista y que se entusiasma­rá con Mitre". Se pregunta Ro­sa, ¿qué nacionalidad tiene Mi­tre? Ha nacido en Buenos Aires, sin duda, pero es hijo de padres montevideanos, venidos a raíz de la invasión y él se siente uruguayo hasta el año 52.
"En todas las cartas que yo co­nozco de Mitre, él habla de "mi Patria" como la República Oriental, hasta Caseros. Más: en cierto momento integra el Go­bierno del Uruguay —cosa que parece nos hemos olvidado—, pues durante el Sitio de Monte­video, en el 45, forma parte de la Asamblea de Notables, que se compone de uruguayos. Y además, defiende Martín García cuando el tratado de Mackau entrega la isla a la Argentina —que habían tomado los fran­ceses y luego transferido a los montevideanos porque los ingle­ses no querían que hubiera con­quistas territoriales—, oportuni­dad en que Mitre escribe unos versos que "La Nación" olvida, donde dice:
"El pabellón de Austerlitz lucía en Martín Gar­cía /
y a su lado relucía del Oriente el pabellón, /
y hoy por el suelo se ven, porque el in­mundo tirano /
los arrancó con su mano ¡gracias, Sr. de Mackau!".
Nosotros tenemos la desgra­cia de que nuestros dos Presi­dentes próceres, uno, Sarmiento, dice que la Patagonia y el Es­trecho de Magallanes son chile­nos; y el otro, Mitre, dice que Martín García es uruguayo".
A juicio de Rosa el único apor­te de Mitre a la Argentina ac­tual es el diario La Nación. "No veo otra cosa". Y agrega: "Mitre para. mí constituye un enigma. «Uno lo analiza como militar y como político y encuentra un hombre que no tiene visión, que no tiene ningún alcance Como militar es algo peor que un mal militar, es un desastre, i Es el único oficial que perdió hasta un desfile! el famoso desfile en la calle Florida que dispuso en "orden oblicuo" y nadie enten­dió nada... Cuando quiso utili­zar el mismo "orden" en la ba­talla de Cepeda salió derrota­do. Porque Mitre es el hombre teórico, de libros, que no ve la realidad. Todas sus campañas son objetables. En la batalla de Pavón donde no diré que triun­fa, es la única en que se cree derrotado y se retira...
Y sin embargo lo apoya una cantidad de gente muy capaz y tiene, si no una popularidad mayoritaria en Buenos Aires, al menos un grupo de cierto valor que cree en Mitre —universitarios, intelectuales— cosa que no me la explico. A no ser que el medio intelectual argentino en el año 80 fuera muy bajo; única explicación posible".
¿Tenía Mitre condiciones es­peciales de caudillo?
"No, responde categóricamen­te Rosa. No se le puede llamar caudillo porque no es un hom­bre de pueblo. La condición que tiene Mitre es un gran optimis­mo; es optimista siempre. Y ade­más es un hombre honesto, aunque en aquella época, (agre­ga nostálgico nuestro entrevista­do) la norma era la honradez. Ese aspecto romántico a lo garibaldino que tenía, lo hacía un poco el ídolo de la juventud, que se dejaba arrastrar algo por el chambergo y la melena, como en el caso de Alfredo Palacios".
"No le veo condiciones porque Mitre es un eterno engañado en política. Lo engañan en la Con­ciliación del 77, lo engañan en la revolución del 80, lo engañan en el 91 cuando el pacto con Ro­ca. Carece pues de viveza políti­ca. Pero debe haber tenido algún carisma ya que hay gente arras­trada por él. Con el tiempo, Mi­tre se convierte en el patriarca de la calle San Martín. Es un hombre respetado sin enemigos a la puerta; se lo llama «Don Bartolo»"...
—¿Ese carisma sería el opti­mismo?
—-sí, la honestidad, el opti­mismo, la vida austera; pero por sobre todo el optimismo: en sus derrotas, Mitre siempre cree que ha triunfado. Únicamente pier­de su optimismo en Pavón, que es la única batalla que gana. Después de Cepeda (1859) sale gritando victoria y manda tocar el himno y aunque está derrota­do consigue hacer algunos pri­sioneros urquicistas que al oírlo en la noche se van a su campa­mento convencidos de que es el campamento de Urquiza.
¿Qué le parece Mitre como historiador?
—En verdad, es el único valor que le reconozco. Es el primero entre nosotros que trae el méto­do histórico, o sea la historia ceñida a documentos, ceñida a la verdad. Especialmente en su libro sobre Belgrano y la inde­pendencia argentina en que es­tudia la época de la emancipa­ción con bastante base docu­mental. Mitre perfecciona pro­gresivamente su método: la primera y la segunda edición de Belgrano son antologías escola­res, no hay documentos; pero tal vez porque lo atacaron —entre ellos Vélez Sársfield— preparó ese repertorio impresionante que después fue el Archivo Mitre. Sin embargo le faltan las condiciones esenciales del historiador, es decir, saber distinguir lo im­portante de lo que no es impor­tante, cosa que le criticaron mucho. Al proceso argentino no lo ve a pesar de tenerlo docu­mentado. Y sobre esto contaría algo muy importante. Mitre fue el iniciador del revisionismo histórico.
—¿Mitre?, exclamamos con asombro.
—Mitre, afirma Rosa. No por que él fuera "revisionista", sino porque el revisionismo histórico es la historia documentada, in­terpretada con sentido argenti­no. Uno de los discípulos de Mi­tre, gran admirador suyo, Adol­fo Saldías, le sugiere continuar la historia argentina que termi­naba en el año 20 con la muerte de Belgrano. El nuevo libro se iba a llamar "Historia de Rosas y la tiranía argentina". Como Mitre, muy ocupado con los prolegómenos de la revolución del 80 no podía realizar la obra, le encarga a Saldías que le es­criba en base de documentos. El joven investigador va a las fuentes y encuentra lo que era Ro­sas. Termina su libro y lo envía a Mitre diciendo, según supone­mos: "Fíjese qué equivocación hemos hecho con Rosas, resulta que Rosas es tan grande como usted". Mitre indignado le con­testaba: "¡Cuidado! El método histórico está muy bien, pero no tanto, porque cuando se estudia una tiranía no hay que olvidar los nobles odios"... Ya no es historiador, ya es el político...
—¿A qué se debe esa postura?
—No la atribuyo a mala fe, sino a que Mitre no sabe dife­renciar entre historiador y político Y como político es un his­toriador, como historiador es un político, como militar es un poe­ta, como poeta es un militar; es una mezcla de muchas cosas...
—¿Hay responsabilidad de Mi­tre en los orígenes de la guerra del Paraguay?
—La responsabilidad absoluta de su comienzo la tiene Mitre y la conducción fue desastrosa. Nos lleva y nos arrastra a la guerra por palabras, nada más. Es un orador, un hombre de fra­ses, que se embriaga con ellas. No le gusta el Paraguay porque es una dictadura; en cambio Brasil es una democracia coro­nada... Algunos años después de empezada la guerra, en 1869, hay una famosa polémica entre Juan Carlos Gómez, uruguayo, y Mitre sobre como se inició. Ahí se ve que ninguno de los dos lo sabe. A don Bartolo lo envolvie­ron políticos de mucha más capacidad que la suya, como era Silva Paranhos —después viz­conde de Río Branco— y mi to­cayo Octaviano de Almeida Rosa, dos grandes diplomáticos. Mitre en cambio es un tonto de una tontería tremenda. Después de la guerra, Brasil saca todo el pro­vecho posible y se constituye en defensor del Paraguay, de lo que resta de ese país, por supuesto con el tácito visto bueno de In­glaterra a la que no interesa el Paraguay destruido. Brasil hace su tratado por separado apar­tándose del de la Triple Alianza y entonces sí casi vamos a una guerra, para la cual no estába­mos en condiciones. Mitre es en­viado por el presidente Sarmien­to a Río de Janeiro en el año 72 para solucionar el problema. Allí sufre un verdadero "Curupaytí diplomático". Esa corres­pondencia de Mitre desde Río de Janeiro demuestra que es completamente ingenuo: está discutiendo con uno de los hom­bres más capaces del Brasil, Jo­sé Antonio Pimenta Bueno, mar­qués de San Vicente, y en sus cartas se ve que Mitre no hace más que "tiradas" en el terreno oratorio para que se lo aplauda.
—¿Qué le parece la actuación de Mitre en el interior del país?
—Su manera de hacer la unión nacional en el 61 después de Pavón me parece nefasta, por­que esa unión no se forma por la unión de todas las provincias con Buenos Aires sino mediante el apoderamiento del interior, claro que con la complicidad de Urquiza que está entregando el partido federal —él se queda en Entre Ríos—. Entonces va el ejército de línea y masacra; la idea de acabar con los criollos, los criollos producían caudillos, y viene esa guerra tremenda que es la página más negra de la historia argentina: la ocupación del interior que provocará el levantamiento del Chacho. Todas esas guerras causan hasta 50.000 muertos. Y ¡fíjese qué curiosa es la historia! Mitre pasa por un hombre bondadoso y es bonda­doso, no me cabe la menor duda.
—¿Podía hacerse la unión nacional de otra forma?
—Sí, como se había hecho en el 59, Mitre pudo haber seguido la unión del 59, no haber llegado a aporteñar todo el interior. Cla­ro que allí estaba Urquiza y yo no estoy muy de acuerdo con el Pacto de San José de Plores porque Urquiza debió dejar que el partido Federal tomara el go­bierno de Buenos Aires donde era mayoría. El mantuvo a los liberales temiendo que viniera un gobernador federal que le hiciera sombra.
La presidencia de Mitre es otro desastre. Después de ella, en la presidencia de Sarmiento, hace la revolución del 74 cuya conducción militar es una cala­midad: es la única revolución de toda la historia del ejército que la pierde el ejército frente a milicias. ¡Y esto le ocurre a Mitre! Porque él se levantó con casi todo el ejército, que era mitrista salvo algunas divisio­nes que quedaron a la expecta­tiva como siempre pasa y des­pués de la derrota de La Verde se pliegan al gobierno.
—¿Qué piensa de la conduc­ción económica de Mitre?
—Nunca entendió de economía según él mismo lo dice.
Casi nos parece innecesario formular al doctor Rosa la últi­ma pregunta del cuestionario : ¿Merece Mitre la jerarquía que tiene entre nuestros proceres?
Desgraciadamente, afirma Rosa, es prócer, pero el antiprócer, el hombre que nos ha hecho muchísimo mal porque su actuación, sin querer ser volun­tariamente antiargentina, perjudicó al país. Hasta último mo­mento, cuando los Pactos de Mayo con Chile en 1902, de­muestra ser un europeizante. Es cierto que estaba muy viejo y no tenía la cabeza bien, pero todo su entourage —La Nación, Emilio Mitre— están con una política que va a ser aplaudida por Roca y Pellegrini: quieren una política de paz que signifi­caba para la Argentina abando­nar a Bolivia y al Perú acaban­do así la política americana. En cambio La Prensa, con Estanis­lao Zeballos, Roque Sáenz Peña e Indalecio Gómez y muchos más pedían una posición más firme. Desde entonces nuestro país miró definitivamente ha­cía Europa sin importarle los asuntos americanos.
Yo creo que Mitre no muere por el apoyo del diario La Na­ción. Pero en realidad no nos ha dejado nada ¿Qué herencia hay de Mitre? No creo que sea una figura para recordar sino como una personalidad menor.




Extraido de un reportaje al genial historiador en la revista "Todo es Historia";

Prof. Julio Otaño

martes, 6 de diciembre de 2011

El Martín Fierro visto por el payador

<b>Por el Prof. Alberto Buela</b>

Introducción

Hace unos años lo llamé a La Plata donde vive a Pedro Barcia, hoy presidente de la Academia argentina de letras para pedirle si, como la editorial Emecé estaba editando las obras de Lugones, podía hacer el estudio introductorio a El Payador o a Los Romances de Río Seco, pero muy gentil y chispeante como es Barcia, me dijo que no, porque él era el encargado de ello según se había comprometido por contrato con la editorial.
Los libros salieron y el comentario de Barcia quedó como un comentario profesoral pero se le escaparon la infinidad de detalles criollos, que Lugones por serlo genuinamente los conocía y los utilizaba, y Barcia no.
Voy a poner un solo ejemplo, porque es un tema que domino, habida cuenta que soy presidente de la Asociación argentina de taba y algo del tema debo conocer.
En el poema XI: las carreras  se relata una partida de taba, que Lugones con genialidad magistral refleja los mínimos detalles de la trampa y los ardides.

El mozo, cuya es la taba,
cuando espera juega más,
pues, con licencia de ustedes,
será culera nomás.

Pero el cura que no toma
las pullas con que lo asedia,
maliciándose el recurso
la tira de vuelta y media.

En estas dos breves estrofas, sobre las que el ocurrente y simpático profesor Barcia no dice nada, Lugones dice todo sobre uno de los juegos más gauchos y criollos que tenemos los argentinos, uruguayos, paraguayos, chilenos y bolivianos, anque en Centroamérica.
La taba es un juego de destreza que se juega en forma individual pero respetando el campo desde donde se tira y así de hecho se forman dos conjuntos pero cada uno corre el riesgo de su apuesta.
Estas son al tiro y a la espera. Si uno va al tiro es porque confía echar suerte y si va a la espera es porque apuesta a que el rival eche “culo o chuque”.
Las tabas culeras son las cargadas y se usan para esquilmar a los novatos, a aquellos que no saben o no tienen la baquía necesaria en el manejo de la taba, pues la tiran girando o “de roldada”. Pero estas tabas tramposas nada pueden hacer ante un jugador avezado pues este utiliza la destreza criolla del juego.
Así la taba se puede tomar solo de dos formas con la suerte para arriba y la punta para adelante: en este caso se tira de dos vueltas para que caiga clavada. O, con el culo para arriba y el hacha o filo de la taba para atrás: en este caso se tira de vuelta y media para que caiga clavada. En estos únicos dos casos no hay taba culera que valga, la destreza puede más que la trampa y el tramposo.

En estos días mi querido editor Eugenio Gómez está por sacar una nueva versión de El Payador de Lugones, le solicité realizar el estudio introductorio pero me dijo que ya se había comprometido con el reconocido profesor de literatura clásica y tanguera Alfredo Fraschini. Ojalá que pueda hincarle el diente a Lugones, aunque nosotros lo dudamos,  porque para comentarlo con cierta profundidad el requisito es, antes que profesor de literatura, ser criollo y conocer de adentro el mundo gaucho. Porque eso fue, antes que nada, Lugones.

Las tres interpretaciones básicas del gaucho

El primero que en la literatura argentina realiza una interpretación del gaucho es Sarmiento en el Facundo (1842) en donde sostiene que en Argentina conviven dos tipos de hombres, aquellos del siglo XII, los gauchos, y aquellos del siglo XVIII, los ilustrados. El gaucho representa la barbarie y los ilustrados la civilización, por lo tanto la disyuntiva principal de la Argentina es: Civilización o barbarie. Sarmiento se inclina por la civilización y recomienda “no economizar sangre de gauchos”. Esto es, la eliminación lisa y llana del gaucho y todo lo que él representa.
Treinta años después en 1872, en pleno gobierno de Sarmiento, José Hernández entrega la primera parte del Martín Fierro en donde va a realizar la apología del gaucho y su mundo. Su libro produce dos interpretaciones: la de los liberales y conservadores que continúan con la interpretación sarmientina de desprecio al gaucho y su poema, y la de Lugones, que es la que vamos a tratar acá.
La tercera interpretación nos llega desde la izquierda, que en su conjunto, reacciona contra la hermenéutica lugoniana sosteniendo, falsamente, que el gaucho de Lugones, manso y obediente, está al servicio de la oligarquía y que el verdadero gaucho, el gaucho malo y rebelde es el Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez. O todos los sucedáneos que vinieron después: Mate Cocido, Bairoletto o el Gaucho Gil.
Desde la filosofía, los mejores de los filósofos argentinos, han intentado interpretaciones del gaucho. Así, entre otros, tenemos a Luis Juan Guerrero con Tres temas de filosofía en las entrañas del Facundo (1945), Carlos Astrada lo hizo en El mito gaucho (1948), Nimio de Anquín con Lugones, y el ser americano (1964), Rodolfo Kusch en La negación en el pensamiento nacional (1975)  
Esquema del Payador

El libro es editado en 1916 pero nace a partir de una serie de seis conferencias sobre el Martín Fierro dictadas en el teatro Odeón de Buenos Aires a la que asistieron el presidente de la República Roque Sáenz Peña , el único presidente argentino herido en combate, y todos sus ministros.

Se compone el libro de diez capítulos titulados: I La vida épica, II el hijo de la pampa, III A campo y cielo, IV  la poesía gaucha, V la música gaucha, VI el lenguaje del poema, VII Martín Fierro un poema épico, VIII el telar de sus desdichas, IX la vuelta de Martín Fierro, X el linaje de Hércules.
En el capítulo primero define los poemas épicos como expresiones de la vida heroica de un pueblo, trayendo numerosos ejemplos clásicos en defensa de su tesis. Así extiende la genealogía del Martín Fierro hasta Homero y Hesíodo.
En el capítulo dos: el hijo de la pampa,  va a sostener su principal tesis sobre el gaucho afirmando que “allí donde la conquista española fracasó fue el gaucho el héroe y civilizador de la Pampa”. El principal obstáculo que ofrecía la Pampa fue su vaga inmensidad lo que creaba una falta de objeto para la expediciones lanzada sobre ella.
El único que pudo contener con eficacia a la barbarie del indio fue el gaucho, un producto típico de la Pampa:“ni tan español ni tan indio”.
En el capítulo tres afirma que no obstante su aporte a las guerras de la Independencia, en las guerras civiles y a la guerra al malón  , y su aporte para diferenciarnos de España con personalidad propia, el gaucho tiene que desaparecer porque “es un bien para el país que así sea”. Aquí Lugones deja entrar por la ventana, la idea de progreso, que había sacado por la puerta.
En el capítulo cuarto sostiene que la poesía del Martín Fierro tanto en forma de recitado o payada llega a nosotros a través de los trovadores provenzales. Ese es su noble linaje. La poesía gaucha como la de los griegos no es producto de la imaginación creadora sino reflejo de las afecciones del alma y las inclemencias del destino. “El octosílabo es el idioma mismo, estéticamente hablando”. Y sus juegos antes que el interés de la ganancia estaban signados por el honor del triunfo.
El capítulo quinto se ocupa de la música gaucha afirmando que la música de los gauchos, fundada en la guitarra (“el más precioso elemento de la civilización” ), fue siempre inseparable del canto y la danza. La preferencia por los instrumentos de cuerda (guitarra, arpa y violín) hizo que la música gaucha se preocupara por el ritmo que vincula música, poesía y danza, como sucedió con la música de los antiguos griegos. Y esta fue la causa por la que fue superior a la de los romanos que era de viento.
En el capítulo sexto viene a afirmar que América a través del lenguaje gauchesco va creando una expresión y lengua propia con base en el castellano. La despreocupación literaria de Hernández pone por escrito el mismo idioma que estaba en la boca. Lo que nosotros americanos hacemos con la lengua es restaurar para la civilización lo perdido por España a través “del castellano paralítico de la Academia”.
En el capítulo séptimo, luego de desmitificar a todos los autores gauchescos anteriores: al peluquero Hidalgo quien imprimió a su poesía la descosida verba de su oficio. A Ascasubi que no tenía de gaucho sino el vocabulario con frecuencia absurdo. A del Campo con su composición una parodia del gaucho “una criollada falsa de gringo fanfarrón que anda jineteando la yegua de su jardinera”. A Echeverría y Gutiérrez que pecan de romanticones. Va a sostener su tesis principal: Martín Fierro es el campeador del ciclo heroico de las leyendas españolas, personificando la vida heroica de la raza argentina con su lenguaje y sentimientos más genuinos. “Martín Fierro es un poema épico”.
En el capítulo octavo comenta “la ida”, la primera parte del poema, donde se relatan las desgracias que determinaron la vida errante del héroe. La civilización hostil al gaucho está representada por el gobierno de Sarmiento contra quien se alza López Jordán en cuyas filas militaba Hernández. Mientras que la época de esplendor del gaucho fue la del gobierno de Rosas, pues él mismo era gaucho. Lo escribe de un tirón en ocho días y el autor se agota en su propio poema.
El capítulo noveno nos viene a hablar de “la vuelta”, en donde el poema se transforma en una descripción de grandes cuadros realizada por diversos personajes (Fierro, Vizcacha, Picardía, los hijos de Fierro). El poema pierde fuerza al hacer literatura de precepto o lección de moral. No obstante afirma Lugones: “mi fe inquebrantable en que todo lo que dice el poema es verdad”.
Por último en el capítulo décimo titulado “el linaje de Hércules” sostiene que el Martín Fierro hunde sus raíces en Hécules, el antecesor de los paladines y el gran liróforo del panteón griego, pasa luego por la poesía latina, se refugia en la Provenza, su trova pasa a España en su guerra con los moros y de allí a América y se radica en la Pampa. Y termina afirmando un verdadero pacto social en donde las clases altas o gobernantes aceptan la cosmovisión gaucha: “Felicítome por haber sido el agente de una íntima comunicación entre la poesía del pueblo y la mente culta de la clase superior; que así es como se forma el espíritu de la patria”.

Las perlas de Lugones<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://adaro.blogspot.es/img/lugones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left:1em; margin-right:1em"><img border="0" height="317" width="397" src="http://adaro.blogspot.es/img/lugones.jpg" /></a></div>

Un comentario genuino del Martín Fierro requiere como conditio sine qua non el ser auténticamente criollo y estar contra la corriente, y esto fue Leopoldo Lugones. El más criollo de los comentaristas y el mayor disidente. Y eso lo queremos poner de manifiesto en este apartado a través de las afirmaciones y comentarios que hace el autor cordobés.
La Pampa, ese “vértigo horizontal”, al decir de Drieu la Rochelle en su vaga inmensidad nos muestra que en los montes que no cantan los pájaros al amanecer es porque el agua está lejos.
Las razas sin risa como la del indio nunca gozaron de la vida y solo copiaron del blanco el carnaval donde se salpicaban con sangre, utilizando los corazones de las reses como pomos.
A pesar de la profusión de guitarras en los hogares criollos que los indios saqueaban nunca la adaptaron, solo el despreciable chillido cuadraba a sus gustos musicales.
De los incendios desbastadores y gigantescos de la Pampa solo se sale prendiendo fuego (contra fuego) donde uno quiere quedarse o tapando la cabeza del caballo con un poncho mojado para lanzarlo en su cruce.
El campo es tan lindo que no da ganas de hablar. “con solo descansar sobre tu suelo, ya nos sentimos pampa, en pleno cielo”.
La música es el timbre de honor más alto para una raza. “y cuando los últimos residuos de la influencia cristiana y haya desaparecido la incrustación escolástica que aun nos paraliza, (la música) nos reintegrará en su armoniosa continuidad a la civilización interrumpida por veinte siglo de servidumbre”. La influencia de Nietzsche es aquí manifiesta.
La taba caracterizada por movimientos y actitudes dignos de la escultura.
El ritmo fundamental del cual todos proceden es el que produce nuestro corazón con sus movimientos de diástole y sístole: el ritmo de la vida. Los salvajes y los niños limitan a esto su música, así el primer elemento musical es tetramétrico. El paso militar y el tambor que lo acompasa consisten en eso, en la misma repetición.
El paso de los caballos es tetramétrico lo que explica que muchos caballos sin ser enseñados marchen al ritmo del tambor. El primer múltiplo de cuatro engendra el octosílabo que es el verso más natural y popular.
Los seis versos de las estrofas coinciden con las seis cuerdas de la guitarra y en los acompañamientos criollos, generalmente la sexta, suena libre como el primer octosílabo sin rima en aquella. Esto es un verdadero hallazgo que revela el producto genuino de una inspiración naturalmente acorde con los medios expresivos. Inventada por los payadores, aquella estrofa no existe en la poética oficial. Su instinto de poetas, hubo de sugerirles como a los trovadores del ciclo provenzal, grandes inventores de ritmos, por idéntica razón, esa simetría en cuya virtud cada cuerda habla en cada verso como acabamos de advertirlo.
El tema rítmico representa el sexo masculino y el melancólico al femenino.
Nuestros gauchos prefirieron los instrumentos de cuerda (guitarra y violín) por sobre los de viento.
Ningún criollo jinete como el protagonista del Fausto monta en caballo overo rosado: animal siempre despreciable cuyo destino es tirar el balde en las estancias o servir de cabalgadura a los muchachos mandaderos.
La crítica al Martín Fierro. ¿Cómo dijo la muy estulta y trafalmeja, y amiga del bien ajeno? ¿Qué eso no era obra de arte?. En la modestia de los grandes finca el entorno de los necios.
Caballos babosos son aquellos que se enfrenaron por primera vez en día nublado o frío y se olvidaron de salarle el freno.
¡La política! He aquí el gran azote nacional. Todo lo que en el país representa atraso, miseria, iniquidad, proviene de ella o ella lo explota, salvando su responsabilidad con la falacia del sufragio.
Los caballos del indio se dejaban montar solamente por la derecha, por el lado del lazo, pues a semejanza de las tropas romanas, así subían los indios apoyados en la lanza para saltar. Las narices de los yeguarizos eran sajadas para que absorbiesen más aire en la carrera.
Como todos los valientes nuestro gaucho experimenta la sensación del miedo antes de la pelea y no la oculta.
Los negros son gritones en la pelea y su voz estridente parece guañir (grito de los lechones) cuando se irritan.
El gaucho canta y baila en público pero ama y llora en secreto.
La esgrima de las boleadores era desconcertante y terrible. Las tres piedras y las tres sogas servían a la vez, cubriendo ventajosamente la guardia. La bola más pequeña o manija, asíala el guerrero con los dedos de su pie izquierdo desnudo. Una de las dos mayores, tensa en su cordel, manteníala con la mano izquierda a la altura de la cabeza. La tercera quedaba floja y colgando en la mano derecha, con la que venía a ser el elemento activo del combate. Obligado a retreparse (echado hacia atrás) para aumentar la tensión de aquella cuerda, el indio acentuaba en su fiero talante la impresión del peligro. Ambas las manos combinan sus movimientos para disparar el doble proyectil; y todavía si se descuidaba el adversario. Bastábale aflojar de de golpe la manija, que con la tensión iba a dar en la pierna de aquél, descomponiendo su firmeza. Así era difícil entrarle con el cuchillo, mientras no se lograra cortarle una de las sogas.
En la pelea la respiración anhelosa, que absorbe los labios como un rictus de agonía, era el detalle más importante de semejantes luchas. Quien ha presenciado el fenómeno (se ve que Lugones lo presenció), difícilmente lo olvidará: la expresión de la boca determina toda la fisonomía de la fiera.
Para asar la carne la ensartaban  los gauchos en una estaca o en un fierro y no en esos asadores modernos “tipo cruz” para deslumbrar a los turistas.
  
Epílogo

Hoy que el indigenismo está de moda, escribir sobre los gauchos y el mundo criollo suena a contracorriente. Y probablemente lo sea. Pero eso no es óbice para dejar de hacerlo. Sobre todo para aclarar algunos puntos oscuros o de sesgada interpretación.
Rosas, que sin dudas fue gaucho, sostenía que “los indios son primos hermanos nuestros”. Es decir, plateaba la convivencia entre criollos e indios. Es la ideología liberal que se instala después de Caseros (1852) que adopta el lema norteamericano: el mejor indio es el indio muerto.
El mundo criollo a través de la figura del gaucho fue el instrumento adecuado para derrotar al indio, quien había inventado a través del malón, la forma de vivir sin trabajar.
Al ser el gaucho un hombre de dos mundos: el desierto y campaña, y en los dos se movía como pez en el agua. Esa doble pertenencia hizo del gaucho el héroe del desierto cuando lo lanzaron a combatir. Vale la pena leer cómo lo busca y le corta todos los pasos Saturnino Torres a Baigorrita. Como lo vence con las mismas armas y con menos tropa. Durante semanas lo sigue, casi sin dormir ni comer, hasta la cordillera impidiéndole el paso a Chile.
Lleva la íntima convicción de luchar por la libertad y por la redención de su circunstancial enemigo. Lo derrota, lo cura, lo monta a caballo, Baigorrita se tira al piso, se arranca los vendajes y le pide que lo mate.
Hoy vemos con pena en el alma como el progresismo socialdemócrata interpretando interesada e ideológicamente trastoca los hechos históricos ciertos y le resta todo mérito  transformando al gaucho en verdugo, en empleado de la oligarquía porteña, en instrumento de dominación del imperialismo. Cuando al gaucho se puso la patria a sus espaldas.
Como se nota que estos carajos ilustrados no tienen un solo muerto de su familia en el desierto. Que nunca han podido participar ni siquiera de una fiesta criolla. Que jamás han dormido bajo la estrellas a campo traviesa. Que no se han sentado en su vida en un matungo. Ni pensar en arreos, yerras y trabajos de campo. El lazo que conocen es la soguita para llevar de paseo al perro y los bichos más salvajes sólo los vieron en el zoológico, nunca sueltos y libres en el campo.
Hoy en la época del bicentenario es perentorio, como lo era en la del Centenario de Lugones, recuperar los valores que alimentaron el alma gaucha: 1) el sentido de la libertad, 2) el de la justicia, 3) el valor de la palabra, 4) el orden objetivo de las cosas 5) el sentido teleológico del obrar (obrar en vista a fines) y 6) el sentido trascendente de la vida.
El Martín Fierro, tal como nosotros le hemos respondido al querible Rodolfo Kusch, tiene una propuesta concreta para la redención Argentina y lo afirma específicamente, y a tres niveles: a) A nivel de propuesta: debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos.
b) E<b>n orden al método o camino: pero se ha de recordar para hacer bien el trabajo que el fuego para calentar, debe ir siempre desde abajo (el pueblo) y c) A nivel de conducción: Hasta que venga  un criollo a esta tierra a mandar.</b>

jueves, 1 de diciembre de 2011

Zamba en la Vuelta de Obligado

Manuel Belgrano: Materias primas y Contrabando

Por  don Singulario 

Singularia Libros cierra transitoriamente sus puertas a fin de año, con el objeto de encarar nuevas formas comerciales por internet en el año próximo; y la liquidación y estibaje de sus obras remanentes se ha convertido en una tarea abrumadora, por lo que nuestro tiempo de búsqueda, reflexión y escritura es escaso.
En medio del debate abierto en los medios ante la creación del “Instituto Nacional de Revisionismo Histórico e Iberoamericano Manuel Dorrego”, reducido en principio sobre quiénes deben hablar de historia y quiénes no pueden hacerlo por carencias académicas, nos atrevimos a reproducir la nota publicada el 13/6/2009, considerándola ajustada al momento y a nuestras convicciones..
En otro contexto más significativo, los temas tratados por nuestro Prócer tienen absoluta presencia en la coyuntura económica que atraviesa la sociedad globalizada.
Materias Primeras
-La semana pasada, aprovechando este mes que se evoca a don Manuel Belgrano, recordamos algunos escritos suyos cuando era Secretario del Consulado Real de Comercio y reprodujimos un epígrafe de mucha actualidad, que hoy deseamos publicarlo entero (sic todas las citas).
“Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primeras no salgan de sus Estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir no sólo darles nueva forma sino aun atraher las del Extranjero para executar lo mismo, y despues venderselas, nuestro mismo Govierno nos lo enseña con sus disposiciones de livertar de derecho á los cueros al pelo que se introduxesen del Extranjero con destino a nuestras fabricas:  bien se descubre que el fin que lleban es de tener las manos empleadas, para que consigan su bien estar, y el de atraherse las Riquezas; pues nadie ignora que la nueva coordinación, que se da á la materia primera, le da un valor en mucho exedente al que tiene sin aquella el qual queda en poder de la Nación que la manufactura, y mantiene á infinitas clases del Estado; lo que no conseguirían si se contentase con vender, cambiar, ó permutar la materia primera por las manufacturas”
- Ese epígrafe don, fue el que me hizo meter la pata con la política…
-Esa sentencia lo tomé de un libro de historia, fuera de contexto, y que al ser extractado perdió algunas palabras fundamentales modificando su sentido. Para trascribirlo fielmente es que volvimos sobre el mismo, ahora de una fuente confiable.
-Comparándolo, veo que hay una expresión muy diferente, la semana pasada decía “[...] conseguir no darle formas” mientras que hoy Ud. trae “[...] no sólo darles nueva formas”
-Hablábamos del barro de la historia, y en esos charcos los chanchos se comen todo lo que encuentran, hasta las palabras. Sin embargo la historia también es oro, a veces sucio, pero oro al fin. Aquella sentencia don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano la emitió el 14 de junio de 1802 en su Memoria sobre el establecimiento de fábricas de curtiembres en el Virreinato, en la que aprovechaba para exponer sus lúcidos pensamientos. 
-Ud. siempre comenta que hay que leer de los originales, pero no siempre es posible encontrarlos, cuénteme cómo  se puede hacer con Belgrano, ya que hay tanto publicado.
-Los escritos de Belgrano han sido, como todo lo que no se ajustaba a las medidas de la ideología porteña, motivo de rapiña por parte de los historiógrafos oficiales cuyo patriarca, don Bartolo decidió qué cosas debían ponerse y cuál no. Le voy a contar una anécdota que el profesor, Manuel Fernández López (MFL) relata lo que le ocurrió a Roque Gondra  –que en 1923 escribiera el libro “Las ideas económicas de Manuel Belgrano”– mientras estudiaba los antecedentes en la biblioteca de Mitre; un día pasó el general y le preguntó que hacía. Informado por aquel le dijo: –no pierda el tiempo, joven, encontrará todo en mi Historia de Belgrano– Por suerte, cuenta MFL, Gondra no se desanimó y llegó a instalar la figura de Belgrano economista, que no estaba en la Historia de Mitre.
- ¿Ese Gondra publicó todo lo que Belgrano escribió sobre economía, don?
- Parece que se perdió mucho material. Le cuento que sobre el tema circulan por Internet, trabajos que realizaron los licenciados Roberto Varo y Luis A Coria “Conceptos Económicos en los Escritos de Manuel Belgrano” (*) y otro de Rodolfo Pastore para la Universidad de Quilmes (**), que son muy enjundiosos contando con abundante información, y lo que es más importante citando fuentes sumamente variadas y confiables. En ambos trabajos consideran a Gondra como el descubridor del Belgrano economista.
-Entonces…
-Como hemos comentado la historia oficial sólo pinta un Belgrano militar y el pícaro redactor histórico se “olvidó” de muchísimo más. Al decir de MVL (destacado periodista también) Gondra desconocía, cuando escribió aquel libro “economista”, la existencia de algunas traducciones hechas por el prócer como así también otras Memorias leídas en el Consulado. Incluso una descubierta hace poco, que fuera desechada por aquél, en la que el pensamiento belgraniano raya a gran altura.
-A ver si lo entiendo, Bartolito escribió la monumental Historia de Belgrano que todos conocemos (por lo menos de nombre) y ese reportero Manuel cuenta que don Gondra descubrió que no estaba todo lo que debía estar, ¿voy bien?
-Ese “reportero” escribe la columna dominical llamada El Baúl de Manuel en el suplemento económico Cash de un importante matutino. En cuanto a su síntesis en parte es correcta, siga…
-Soy de tranco cortito, hasta ahí nomás llego, no sé donde encontrar lo que escribió Belgrano…
- Existe un librito “Memorias - Manuel Belgrano” de la colección Documentos de Página /12, cuya carátula informa que fue compilado por MVL, sin mayores datos de imprenta. En él se transcriben seis memorias leídas por el Secretario del Consulado Real de Comercio entre 1796 y 1809. También en el libro de Gondra y los que comenté más arriba.
-Ahora que lo dice, me avivo que hace doscientos años de la última.
- Justo el martes que viene se cumple el bicentenario de la última Memoria leída por el egregio patriota y cuyo título tiene hoy tanta actualidad: “Los Males del Contrabando” en la que expresa, dolido por la situación imperante, estas ideas:
“[…] La destrucción, el aniquilamiento de nuestros fondos, la existencia de una multitud de estrangeros, corrompedores de nuestras costumbres, tan afianzados en su pertenencia a estos Países, que he oido decir que ya se están afincando […] me atrevo a proponer que qualificado que sea por nuestro Tribunal que un comerciante, sea quien fuere, ha hecho el contrabando, debe darle parte á esta Junta para que sea proscripto […]
-Los que lo escuchaban no debían estar muy felices, a muchos de ellos le caía el sayo ¿no?
- Era el estadista que veía la situación imperante y profetizaba:
“Si es cierto, como lo aseguran todos los Economistas, que la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un País, de un Estado entero, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podrá haberla en nuestras Provincias, quando existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas á unas quantas manos que arrancan el jugo de la Patria y la reducen á la miseria […] Así es que los vemos queriendo formar un cuerpo de comercio Inglés, unos hombres que no solo están contra nuestras leyes, sino contra las de su mismo País que les prohíbe el contrabando. Ya en sus conversaciones han llegado a decidirse a no obedecer á nuestro Tribunal, y aun a oponerse a sus determinaciones […]
- Don Singulario, el principio del párrafo parece de un discurso oficial, y en eso del contrabando desacatándose a los tribunales me suena…